Visto por más de 65 millones de espectadores en todo el mundo, traducido en 22 idiomas y representado en más de 43 países. Son sólo cifras, pero dan la razón al actor catalán Ignasi Vidal (Barcelona, 1973) cuando dice que Los Miserables se ha convertido en un icono en el género del musical. El intérprete, que también tiene una banda de rock, está escribiendo una novela y pronto estrenará su primer texto dramático, interpreta al comisario Javert en esta historia basada en la novela de Víctor Hugo que, como asegura Vidal, habla de temas que aún siguen vigentes, como la lucha por la libertad o el amor. Para el intérprete, que ha sido la Bestia de La Bella y la Bestia; Roger Davis, en Rent, y Judas en Jesucristo Superstar, Javert, ese hombre obsesionado por cumplir la ley, es el sueño de cualquier actor. Los Miserables, producido por Stage Entertaiment (Mamma Mia!, El rey león o La Bella y la Bestia) se representará en el Auditorio Regional en octubre, dentro de la Semana Grande de Cajamurcia.

Los Miserables es el musical que más tiempo lleva en escena e insisten en que sigue tratando temas de actualidad, ¿por qué?

Es una historia universal en la que están implicados los sentimientos a nivel humano, el amor, la necesidad de progresar, de ser comprendido y de vivir en un mundo más justo, más igualitario... Son temas tan recurrentes a lo largo de la historia que los puedes encontrar en cualquier obra de Shakespeare.

Ha sido protagonista de numerosos musicales, ¿qué tenía este de especial?

Es el número uno. Es un regalo para un actor que se dedica al musical y todos lo tenemos mitificado. Si me lo dicen hace cinco años me hubiera parecido imposible participar y hacer el rol de Javert. Es un tren que pasa una vez en la vida y lo tienes que coger.

¿Qué le ha aportado Javert? Es el ´malo´ de Los Miserables y usted le defiende.

Porque lo vemos desde nuestra concepción ´buenista´ de la vida; lo defiendo porque hay que comprender las distintas naturalezas del ser humano, que todos tenemos una razón para hacer lo que hacemos. El que se equivoca lo hace pensando que está en lo cierto. Javert de joven decide dejar el mundo para el que se ha criado y pasarse al otro lado, decide ser el guardián de los valores de la sociedad ´respetable´. Esto, en un mundo de tantas diferencias sociales, le sitúa en el lado fuerte y él es su guardián, cuando ni siquiera disfruta de las ventajas de estar del lado de los pudientes. Esa fina línea que divide el bien del mal la defiende hasta sus últimas consecuencias. Su error es interpretar enfáticamente una ley que sólo está ajustada a una parte de la sociedad, pero él hace lo que cree que tiene que hacer, por lo que no es malvado y por ello lo defiendo siempre. A mí me ha aportado muchas cosas, me ha hecho ser mejor persona. Si hubiera muchos funcionarios públicos como Javert no existiría la corrupción.

¿Y que le aporta como actor?

Ha sido uno de los retos de mi vida, cuando empecé con este trabajo y leí la novela me planté delante de un abismo, ni siquiera sabía si estaba preparado para entender la dimensión de la obra. Y eso trato de hacer cada día en escena, de limar todo lo que no sirve para aguantar la historia y de ser más selectivo con lo que quiero decir.

Decía Víctor Hugo que la novela es para un lector universal. ¿El musical es para un lector universal?

Claro, está basado en su novela y, si a eso le añades la composición de Claude-Michel Schönberg, el ensamblaje es majestuoso.

¿Ha influido el estreno de la película?

Nosotros hemos influido en la película. El musical era una leyenda y un icono de nuestro tiempo.

¿Pero se ha animado la gente a ir a ver el musical?

Cuando la gente la ve en el teatro, descubre por qué se ha hecho la película. A mí me gustó, pero se queda a medio camino en cuanto a la emoción de lo que es realmente el espectáculo.

¿Ha habido realmente un ´boom´ de los musicales?

La cuna del musical moderno en España era Barcelona. Esta profesión tendrá que agradecer mucho el legado de compañías como Dagoll Dagom, y lo que aportaron al género. No somos muy buenos los españoles a la hora de agradecer lo que los demás hicieron por nosotros. Después, Madrid convirtió en los noventa el género en algo imprescindible en las carteleras.

También estarán ayudando las giras por las ciudades...

Yo estoy sorprendido. Esta es la segunda gira que hago de estas dimensiones. Con Rent, en el 2000, ya me sorprendió, porque el musical no tenía tanta implantación. Pero con La Bella y la Bestia y esta estoy sorprendido. El esfuerzo de Stage es fundamental. Se han dado cuenta del público que hay fuera de Madrid y Barcelona que no le es fácil desplazarse y llevan títulos tan importantes como Los Miserables, que de otra forma no podrían ver. En los tiempos que corren y el coste brutal que tiene mover a 101 personas, más los 13 traillers de escenografía, más el personal de cada lugar... es una monstruosidad económica que cumple una función social importantísima.

Le iba a preguntar si las entradas no son demasiado caras... pero visto el coste, parece que no.

La producción tiene un coste impresionante. Mover a tanto personal, con la subida del IVA... A mí me parece mucho más cara la entrada de la final de la Copa de Europa y a nadie le extraña que cueste más de 200 euros.

Decía en un entrevista que en los musicales se busca a gente preparada, más que un nombre.

Sí, a diferencia de otros géneros, necesitas a alguien preparado y hay que sacrificar los nombres.

¿Pero pueden dar luego el salto al cine y la televisión, como ha hecho usted?

Yo trabajo dentro y fuera del musical. Pero sí es cierto que en España, por parte de la profesión, se valora poco el trabajo que hacen los profesionales de la escena del musical. Los mismos premios Max tienen muy poca consideración al género. Se han convertido en una reunión de amiguetes. Stage es la empresa que más entradas vende en España y ningún medio de comunicación discute la calidad de sus espectáculos, pero no pueden entrar en las nominaciones porque no pagan los derechos a la Sociedad de Derechos de Autor de España y esta es la realidad. Nos tiene como unas personas que hacen algo estrambótico. No acabamos de ser actores ni cantantes ni bailarines... y, sin embargo, hay que estar muy preparado en las tres disciplinas y cada vez veo más calidad artística en la gente joven que viene. No hace mucho, un actor muy respetado de este país con el que acabo de hacer una película me dijo que lo que hacemos nosotros en escena sería algo impensable hace cuarenta años. Espero que con los años haya un premio más inclusivo.

¿Qué le llevó a ser actor?

Mi padre era empresario de teatro, mi madre era actriz y bailarina y, de alguna forma, fui testando para ver cómo me sentía más cómodo. Tengo una banda de rock y me sentía familiarizado con el escenario y acabé estudiando interpretación. Eso no gustó mucho en casa y ahora mi hija me acompaña en el papel de Cosette. Tiene nueve años y quiere ser actriz.

Está escribiendo una novela, ¿le queda tiempo con la gira?

Voy a dirigir un texto que publiqué el año pasado y acabo de terminar uno, Dignidad, sobre política, que se estrenará la próxima temporada. También estoy escribiendo una novela, sí, aunque no tengo mucho tiempo.

¿Qué le diría a los espectadores para ver Los Miserables?

Que es un icono de nuestro tiempo, de los últimos treinta años. Quién no reconoce a la niña Cosette y la escoba. Que se acerquen para ver por qué esta historia ha trascendido a la propia novela del creador y es el espectáculo musical con más ´hits´. Que se sienten relajados y que disfruten de lo que se les pone delante de los ojos. Nosotros lo entregamos desde arriba del escenario con el corazón en cada función y, los de abajo, lo reciben igual.

¿Tiene algún personaje que le gustaría interpretar?

El dentista de La tienda de los horrores. Mi sueño era el Roger Davis, de Rent, Judas y Javert. Y ahora me apetece este personaje.