Pertenece a ese grupo de películas, no muy frecuentes en las pantallas españolas, que hacen de la propaganda religiosa su razón de ser, manejando por ello a su antojo los ingredientes de la trama en aras a conseguir aumentar la parroquia de los adeptos. En este caso, al cristianismo a través de distintas iglesias protestantes, especialmente la Baptista.

En el plano cinematográfico deja bastante que desear y el rigor es un término absolutamente extraño y ajeno a la cinta, que saca a la luz elementos biográficos de personalidades afines a sus teorías. En este sentido resulta lógico que se haya seleccionado la figura de un periodista estadounidense, Lee Strobel, cuya evolución espiritual resulta idónea para objetivos proselitistas.

Estamos, de hecho, ante la adaptación a la gran pantalla de la novela homónima autobiográfica del periodista de The Chicago Tribune, el citado Lee Strobel, editada en 1988 y ambientada en la década de los ochenta. Es el sexto largometraje del director Jon Gunn, que debutó en 2000 con 'La calle del perdón' y firmó sucesivamente 'Deseos al viento', 'El poder de la Cruz' y 'The Week', títulos todos ellos conectados plenamente con su fe.

Como sucede en estos casos, retrata en principio al protagonista como un profesional escéptico e intransigente que presume, incluso, de su ateísmo. Lo hace delante de su mujer, que es profundamente cristiana, pero que conoce a la perfección los cauces adecuados para ganarse a su marido a sus postulados. Y así será, cambiando, como ella mismo dice, su corazón de piedra por uno de carne que no es ajeno a los sentimientos.

En solo dos años, Strobel pasa de ser un adalid del ateísmo a un converso total que no sólo se une a la causa del cristianismo desde posiciones que considera científicas, sino que se erige en el más ávido defensor de la fe cristiana. Como dice al final, con unos créditos que muestran fotos de los personajes reales y de la nutrida obra literaria asociada a su nueva visión de la vida, lo suyo es un viaje del escepticismo a la fe en toda su dimensión. Por descontado, gustará a sus afines.