No es un modelo de biopic o de cine biográfico, pero tampoco es una visión superficial y acartonada del personaje como tantas veces hemos visto en las pantallas. Es más, el director Jerome Salle, responsable de cinco películas y que debutó con buen pie en 2005 con ´El secreto de Anthony Zimmer´, era tan plenamente consciente mientras preparaba la cinta de que debía incluir factores decisivos en la vida del protagonista, el oceanógrafo Jacques Cousteau, especialmente algunos referidos a la intimidad familiar, que terminó por darles el relieve que se merecían.

Por eso se entregó a la causa de reunir la mayor documentación posible, empleando como fuente principal, además del libro de su hijo, Jean-Michel Cousteau, al guionista Laurent Turner. Todo ello implícito en un largometraje de dos horas que es, por encima de todo, un homenaje a la figura de un visionario, un científico y aventurero que se entregó por entero a la causa de investigar y recorrer los fondos submarinos, que en su opinión iban a ser el inmediato futuro en todos los aspectos del ser humano.

La historia se abre paso el año 1949, cuando Jacques y su esposa Simone, apenas unos recién casados, deciden dedicarse a «visitar» los lugares menos conocidos y más ignorados por el hombre, concretamente los grandes océanos inexplorados. Una de- cisión que va estrechamente unida a la adquisición del barco ideal para ello, el Calypso, que les va a acompaña en todos sus viajes. Desde ese momento en la vida del también submarinista se abre un frente indispensable y que le mantendrá a menudo al borde de ruina, la financiación de las sucesivas misiones que llevó a cabo. El problema era que lo que empezó con mucha modestia requirió muy pronto nada menos que ciento cincuenta nóminas a las que hacer frente, algo que obligó a Simone a vender la valiosa colección de joyas familiares.