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Dirección: Simon Curtis. Guión: Adrian Hodges, basado en los diarios de Colin Clark. Fotografía: Ben Smithard. Música: Conrad Pope. Intérpretes: Michelle Williams, Kenneth Branagh, Eddie Redmayne, Dominic Cooper, Phillip Jackson, Derek Jacobi, Toby Jones, Michael Kitche. Nacionalidad: Británica- EE UU. Duración: 99 minutos.

Desprende a la vez frescura y sensibilidad y es una comedia dramática deliciosa que se adentra en la intimidad de una de las estrellas más emblemáticas de todos los tiempos, Marilyn Monroe, a través de la curiosa y sorprendente relación que mantuvo, a lo largo sobre todo de una intensa semana, con Colin Clark, un joven británico de 23 años que ejercía labores de ayudante de producción en el marco del tempestuoso rodaje de El príncipe y la corista.

El debut del director Simon Curtis en la pantalla grande, después de forjarse en la televisión, no ha podido ser más afortunado. La película tiene la enorme virtud de recrear con consistencia y solidez, a pesar de que su mirada no puede profundizar más, a unos personajes reales y muy populares, especialmente la protagonista, aportando de ellos sus aspectos que mejor los definen. Encomiable labor que se ha visto subrayada por una soberbia interpretación de Michelle Williams en el papel de Marilyn, distinguido con el Globo de Oro y nominado al Óscar, y de Kenneth Branagh en el de Laurence Olivier. Sin despreciar, por supuesto, a un Eddie Romayne que da vida a un solvente Colin Clark. A partir de los diarios del propio Clark, que ya había escrito un libro sobre parte de su peculiar experiencia, El príncipe, la corista y yo, el realizador ha ido tejiendo un entramado dramático que ve ahora la luz con tanto detalle por vez primera. Plasmando una intachable reconstrucción de los platós de cine y un vestuario elaborado al detalle, se logra desde el primer fotograma que el espectador se sitúe en el entorno adecuado. Es la Inglaterra de comienzos del verano de 1956 y Sir Laurence Olivier, el más prestigioso actor y director de cine y teatro británico de entonces, recibe a una Marilyn Monroe en la cumbre de su popularidad para iniciar la filmación de la película que va a dirigir e interpretar. Ella llega acompañada de su marido, el dramaturgo Arthur Miller, y es la primera vez que pisa suelo británico.