El riesgo ha sido demasiado elevado y los resultados distan de ser los mejores, a pesar de que se trabaja sobre una base, el guion de Guillermo Calderón, con elementos muy interesantes y, sobre todo, originales que reproducen, con innegable y deliberadas dosis de fantasía y ficción, una etapa fundamental de la vida del gran poeta chileno, ganador del Premio Nobel, Pablo Neruda.

El propósito no era otro que contar su periodo más convulso pero a la vez más creativo, el que nos remonta al año 1948, cuando se dan dos circunstancias esenciales en su vida, por un lado se cierne sobre él la represión de las autoridades chilenas, encabezadas por González Videla, que le odiaba y que pretendía encarcelarlo, y por otro culmina el que puede ser su trabajo cumbre, el célebre Canto General. En este empeño, el director chileno Pablo Larrain ha cosechado aciertos y errores, aunque tuvo una más que aceptable acogida en el Festival de Londres y sin repetir los logros notables de No y de El Club, sin duda sus dos mejores películas.

Larraín ha elaborado lo que podría llamarse un biopic imaginario que se asienta sobre un terreno delicado pero bastante fertil. Lo hace cuidando mucho el factor estético, de forma que se vale de una fotografía muy tenue y de tonalidades suaves que trata de meternos de lleno en un Chile inmerso en la guerra fría. Neruda era senador de su país y miembro del PC en un tiempo, mediados del siglo XX, en el que los comunistas estaban perseguidos y duramente reprimidos, motivando la solidaridad de buena parte de los intelectuales europeos de izquierdas liderados por un Pablo Picasso.

La artimaña de Larrain ha consistido en convertir la huida de Neruda del agente que se convirtió en su obsesiva sombra, Oscar Peluchonneau, en una especie de thriller con dosis de 'road movie' que mantiene la hipótesis de que el gobierno chileno, pese a las apariencias, no puso en su persecución y en supretensión de encarcelarlo, el celo necesario, consciente de que entre rejas podría representar un peligro mucho mayor que en libertad.