Tiene apoyos muy consistentes, en concreto la firme base que representa, por un lado, una sugestiva historia, inspirada en hechos reales y, por otro, la magnífica interpretación de Al Pacino, nominada al Globo de Oro, que consolidan este curioso proyecto que fascinó tanto al guionista Dan Fogelman que decidió debutar como director para asumir la responsabilidad de la cinta.

Y no cabe duda de que cuando se tiene fe en la empresa y se configura un equipo solvente, los resultados no decepcionan. Por eso esta ópera prima, que no es un gran largometraje pero sí tiene una evidente dignidad, merece los elogios del público. No hay que dejar de lado que también están en el reparto Anette Bening, Jennifer Garner y el ilustre veterano Christopher Plummer.

El aparato de producción se puso en marcha cuando Fogelman conoció que John Lennon escribió una carta a comienzos de los setenta al cantante rock Steve Tilston, es decir Danny Collins, que éste no recibió y de la que solo tuvo noticia de su existencia cuarenta años más tarde.

El texto no era especialmente sugerente, pero sí tenía una capacidad de movilización intimamente ligada al fenómeno que r epresentaba entonces el que fuera miembro de los Beatles. Buena prueba de ello es que Danny Collins, que seguía en activo pero demasiado supeditado al alcohol y las drogas, decidió darse una nueva oportunidad y afrontar de lleno las dos cuestiones que más le preocupaban desde siempre, el hijo que abandonó años atrás y al que no había vuelto a ver, que le había dado una nieta a la que jamás había visto, y sus desastres sentimentales, fruto de matrimonios fracasados, y financieros.

Por fortuna, los elaborados e imaginativos diálogos de Fogelman y la profesionalidad de Pacino, que a sus 76 años están tan en forma como en la época de El Padrino , originan el milagro. La comedia brilla con cierto esplendor, dejando en contadas ocasiones que el drama también tome cuerpo.