No es el subproducto violento habitual que infesta las pantallas sobre supuestos funestos y tópicos y denota las cualidades narrativas de su director y guionista, un Boaz Yakin que ya ha dado muestras de su personalidad en títulos previos, especialmente Titanes y la deliciosa comedia Niñera a la fuerza. Pero dicho esto también hay que añadir que no se trata de su mejor trabajo, demasiado condicionado por un argumento nada original, que tiene claras referencias a El profesional de Luc Besson, y por sus excesivas concesiones a la galería.

Es, en este sentido, decepcionante que diseñe un personaje tan inverosímil como Luke Wright, investido de tales poderes que es capaz de hacer frente por sí solo a las mafias rusa y china de Nueva York y salir no sólo victorioso sino sin un solo rasguño. Es obvio que se ha contribuido a cimentar aun más la mitología de un actor como Jason Statham, convertido en el nuevo duro implacable de Hollywood, decidido a hacer suyas las causas imposibles y a erigirse en un héroe, eso sí, nada convencional.

Sumido en un auténtico pozo sin fondo, el protagonista comprueba cómo su vida carece de sentido cuando su deseo de triunfar en el mundo de los combates amañados de artes marciales, la única salida que encontró tras su fallida experiencia como policía, se viene abajo. No parece haber futuro para él y en su posición cualquier locura sería posible. Por eso resulta no sólo extraño sino poco menos que injustificable que se erija en defensor y valedor de una niña china de diez años perseguida por la mafia rusa con la que tropieza en el metro.

Sus imprevisibles sentimientos humanitarios despiertan súbitamente y decide enfrentarse a rusos y a chinos que van tras la pista de la pequeña, una mente súper privilegiada al nivel casi de un ordenador, que fue secuestrada en su país por las temibles triadas y que conoce datos muy valiosos que facilitarían a sus perseguidores un suculento botín.

El relato mantiene de forma brillante el ritmo y la intensidad, pero a base de introducir ingredientes desorbitados que dañan directamente el corazón de su imposible credibilidad y de su inexistente rigor.