Contaba de antemano con ingredientes notables que invitaban a una película, por lo menos, alejada de la rutina y de la mediocridad y en efecto, aunque no se ha sacado todo el gran partido necesario, los resultados son satisfactorios.

De este modo el director Fisher Stevens, conocido entre nosotros solo por ´Beso en Manhattan´, rentabiliza la coincidencia en el reparto de tres nombres excelentes, todos ellos galardonados con el Oscar, Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin, que hacen una labor impagable. Es cierto que todos ellos exprimen a tope las posibilidades de sus personajes, pero el asunto sería mucho más complicado si no mediara un guión desigual pero con toques inteligentes e infestado de salpicaduras de delicioso humor negro. La cita con tan ilustres veteranos se convierte a la postre en una excusa para el deleite y, además, permite asistir a un entrañable apología de la amistad que constituye el elemento determinante de la historia.

Pacino es, por supuesto, el más inspirado y brillante y de sus mordaces diálogos y consideraciones fluyen jugosas teorías. Es un gángster, Val, que acaba de salir de la cárcel tras cumplir 28 años tras las rejas, está en lógica decadencia física, pero su vitalidad y su optimismo lo irradian todo. Se ha reunido con su mejor amigo, Doc, que le ha estado esperando todo este tiempo y que le ofrece cobijo y compañía.

Da la impresión que al reunirse ambos han encontrado de nuevo el sentido a la vida, pero lo que Val ignora es que Doc ha sido contratado por un mafioso para que mate a su amigo y lleve a cabo una venganza, la de haber acabado con su hijo, que ha esperado tanto tiempo. Lo insólito es que ni siquiera cuando Val intuye lo que pasa, cuando sabe que en pocas horas su compañero de fatigas le va a matar, su conducta apenas cambia. Es más, los dos deciden ir a por el tercero en discordia, Hirsch, que está recluido en una residencia. Y todos juntos de nuevo vivirán unas horas intensas y explosivas en la que recuperarán el sabor y la esencia de los viejos tiempos, dando sentido otra vez a sus respectivas existencias. Con momentos tan deliciosos como las sucesivas visitas al prostíbulo y soluciones humanas como la que vincula a Doc con la atractiva camarera.