Le falta tensión y dosis de intriga con capacidad para atrapar al espectador y de ahí que buena parte de los objetivos de este thriller juvenil no se cumplan. El problema esencial de esta especie de trasplante a España de los esquemas y del espíritu de 'Los Cinco', la popular serie de Enid Blyton, es que no acaba por sacar partido a los llamativos interrogantes que muestra en sus planteamientos, hasta el punto de que su final no sólo es precipitado, es que ni siquiera resuelve todas las cuestiones previas.

De ahí que este primer largometraje para la pantalla grande de Alejandro Ezcurdia, que se ha fogueado en todos los ámbitos de la pequeña, no esté a la altura de algunas expectativas que había despertado. Las referencias a un cine que hizo vibrar a los jóvenes de los ochenta es verdad que aportan rasgos narrativos y estéticos a tener en cuenta, si bien no se revisten de la necesaria brillantez.

La aventura que vive Guillermo podía haber dado mucho más de sí. Es un joven estudiante que se ve involucrado sin quererlo en un caso criminal de trasplante de órganos como consecuencia de su espíritu detectivesco y su afición a resolver misterios.

Forofo del surf en su entorno de San Sebastián, su existencia carente de alicientes cambia por completo cuando encuentra un viejo carrete de fotos que aporta detalles inquietantes sobre la reforma de la antigua casa de sus padres y la presencia de Iván, que fue tiempo atrás su compañero de fatigas y que desapareció sin dejar rastro.

Decidido a despejar interrogantes, se mete en una dinámica peligrosa que le lleva a enfrentarse a una siniestra organización que recurre al crimen para conseguir botines millonarios y macabros.

Si la primera mitad mantiene abierta la vía a una trama de suspense jugosa, la segunda liquida en parte este expediente sin amortizar la deuda contraída. Cuando se apoderan los adultos del relato, con presencia de los veteranos Joaquim de Almeida y Geraldine Chaplin, éste se diluye en su capacidad de atracción.