Está bastante lejos de la comedia que prometía y que nombres de tanta talla exigían. Porque desaprovechar en parte un reparto con actores como Colin Firth, ganador del Oscar el pasado año por ´El discurso del Rey´; Cameron Díaz y, en menor medida, Alan Rickman y el veterano Tom Courtenay, y unos guionistas de lujo del calibre de los hermanos Joel y Ethan Coen es casi imperdonable. Incluso el director Michael Hoffman tiene en su haber créditos, como ´La última estación´, de bastante mayor nivel. Pero el caso es que este equipo tan solvente sobre el papel no ha dado el juego esperado y aunque la película no es despreciable, y tiene pasajes amenos y con cierta gracia, no deja de asumir la categoría de decepción.

Aunque el frágil recuerdo del original que ha dado pie a este remake, ´Ladrona por amor´, que dirigió Ronald Neame en 1966 e interpretaron Michael Caine, Shirley MacLaine y Herbert Lom, impide una rigurosa comparación, todo indica que aquella cinta no tenía nada que envidiar a ésta, especialmente por una hábil y minuciosa secuencia inicial de un robo de 27 minutos.

Menos sugerentes y brillantes cuando caen en otras manos que cuando lo son en las propias, los guiones de los Coen han dado siempre bastante más de sí. Aquí también heredan ese toque de humor cínico y de travesura que es marca de fábrica, pero únicamente en contadas ocasiones.

Porque lo que vemos es simplemente un relato desigual, entretenido en el mejor de los casos y a veces un tanto desvaído que, sobre todo, carece de esa chispa y de ese dinamismo que hubiera convertido en divertidos y jugosos algunos momentos inevitablemente sosos. Es el caso, sin ir más lejos, de la larga secuencia en que el protagonista pierde sus pantalones cuando intenta entrar en el hotel por una ventana.

Harry es un experto en arte que, molesto con la prepotencia de uno de los hombres más ricos de Gran Bretaña, Lionel, decide poner en marcha un plan para estafarle una enorme cantidad de libras. Sabiendo que es un coleccionista de cuadros, utiliza como señuelo un lienzo de Monet que supuestamente se perdió durante la segunda guerra mundial y que ahora aparece en manos de Puznowski, una atractiva norteamericana.