Acaba de presentar su película en Berlín. ¿Está satisfecha con la acogida?

Estoy acostumbrada a que haya gente que odie mis películas y otra que las ame. Sé que nunca van a dejar indiferentes al público. Yo me siento muy orgullosa de la película. Javier y Candela son extraordinarios, ha sido una aventura para todos impresionante y en Berlín hemos tenido de todo: gente que no entendía la película y gente que salía entusiasmada, llorando y diciendo que debería optar a los premios.

Teniendo en cuenta que algunas de las claves son nacionales, ¿cree que se entenderá mejor aquí?

Aunque es una película que pasa aquí, creo que es bastante universal. Está claro que hay una circunstancia sociopolítica que es nuestro ahora y nuestro hipotético ahora dentro de cinco años, pero creo que igual se puede entender en otro sitio.

Llama la atención la voladura de la escultura del aeropuerto de Castelló en el arranque de la película...

Es como un símbolo de las cosas absurdas que se han hecho, de esas obras faráonicas que no tienen mucho sentido. Lo tomo como un símbolo. No es que me parezca especialmente tremenda, pero oír al señor éste decir que la gente puede ir a pasear por el aeropuerto y hacerse una escultura a él mismo es muy raro.

A ver si alguien se toma al pie de la letra esa voladura simbólica...

Espero que no. No estamos haciendo una apología, estamos contando que en un futuro hipotético esto puede pasar. Es para situar el momento, pero no digo ni diré que sea la solución ni que haya que hacerlo.

Y España pidiendo un tercer rescate en 2017. ¿No se cree los anuncios de los políticos de que hay síntomas de recuperación económica?

Yo no soy política, soy una cineasta que vive en un momento muy concreto. Yo voy a la compra cada día, llevo a los niños al colegio y hay gente que vino conmigo a la facultad, en concreto una persona que lleva viviendo cinco meses en un coche.

La película gira en torno a los personajes que protagonizan Javier Cámara y Candela Peña. ¿Intenta poner cara a esa gente anónima que sufre a diario los efectos de la crisis?

Claro, a mí siempre me emocionan los detalles, no las generalidades. Para mí esa gente tiene nombre y apellidos. Es un amigo mío que perdió a un hijo en unas circunstancias que no se sabe muy bien qué pasó; es este otro amigo que vivió cinco meses en su propio coche; es mi padre que ahora está en el hospital y no saben qué hacer con él porque no lo pueden trasladar y no acaba de estar bien. Ves cómo están las urgencias llenas de gente y compruebas que muchas cosas funcionan por la voluntad de gente que se da cuenta de la responsabilidad social que tiene, de médicos y enfermeros con unos turnos inhumanos.

No son cosas que me cuentan, no son cosas que leo en los periódicos, es mi familia, mis amigos. De hecho, la única cosa que me ha molestado de lo que se ha dicho de la película, que he financiado yo, es que alguien dijera que soy una pija con unos papás ricos y que por eso la ha podido hacer. Eso no es verdad.

Todos los escándalos de corrupción, el descrédito de la clase política, el drama de los desahucios, recortes, el paro galopante... Puestos a imaginar el futuro como usted en su película, ¿cree que va a haber un estallido social?

Lo raro es que no lo haya. Habrá un momento en que esta red solidaria no va a dar para más. Los abuelos que con su pensión mantienen a los hijos y a los nietos, la gente que contribuye a mejorar un poco las cosas... todo esto va estallar, no sé cuándo. Hay una cosa que dice Candela y tiene razón: estamos como en el cómic de Batman y esto es como Gotham City; estamos esperando todos a Batman, pero Batman no llega.

¿Y quién sería Jocker?

Creo que tenemos bastantes.

En su película, hay un reencuentro de dos personas que han estado alejadas y que acaban de nuevo atrapadas por el pasado. Además, la crisis de hoy persiste mañana ¿No es un poco fatalista?

Me encantaría equivocarme. Lo que digo es que si continuamos así nuestro futuro no se presenta nada bien. Ojalá me equivocara.

¿Defiende el papel del cine como medio de denuncia social?

Yo de entrada defiendo al cine porque es mi pasión. Yo creo que los cineastas hemos de tener libertad para hacer películas, sean de comedia, de kung fu, de acción o de lo que sea. Cada uno encuentra el camino y la manera de expresar sus obsesiones, pasiones o gustos. A mí me resulta difícil explicar la situación de una pareja sin hablar de dónde y cómo estamos.

Ha habido determinados sectores del cine que han pedido que la gala de los Goya se aproveche para hablar y denunciar lo que sucede en el país...

Si hay alguien que quiere hablar, que hable, y el que no quiera, que no lo haga. Tenemos que ser demócratas de verdad. Yo tengo cinco premios Goya y sólo he dicho algo mínimamente reivindicativo en el caso de Garzón porque creí que era lo que tocaba. Creo que cada uno debe decir lo que realmente sienta.

¿Cuál es su candidata a los Goya?

Blancanieves, y Candela Peña como actriz secundaria en «Una pistola en cada mano».