A?punto de cumplir los 24 y de incorporarse al rodaje del nuevo filme de Alejandro Amenábar, 'Regression', Emma Watson tiene ya poco que ver con aquella niña resuelta, con enorme confianza en sí misma y quizás algo severa, a la que el público ha visto crecer ante sus ojos en la taquillera serie de Harry Potter. En ella debutó con apenas nueve añitos, de la mano de la auto­ra de los libros J.K. Rowling, a la que fascinó su prueba para el papel de Hermione. Casi quince años después, tras un periodo de dudas sobre su continuidad en la profesión por el agobio de la fama -en el que se ha dedicado a estudiar literatura en una universidad estadounidense-, ha vuelto a los platós convencida de que no se equivocó al elegir tarea.

Parisina de nacimiento, pero inglesa de crianza, se confiesa "de poco salir", aunque sea toda una 'it girl', elegida frecuentemente como la británica mejor vestida. Lo ha demostrado en los diversos estrenos internacionales de 'Noé', su último filme, a las órdenes del prestigioso Darren Aronofsky ('Cisne negro'), que recrea el relato bíblico del bondadoso carpintero al que Dios encargó salvar en un arca a una pareja de cada especie, ante la inminencia de un diluvio universal que destruiría a la humanidad, envanecida, codiciosa y corrupta. En ella encarna a la vigorosa hija adoptiva del protagonista, al que da vida Russell Crowe.

¿Cómo valora que la haya elegido para su película el director con el que todas las estrellas matan por trabajar?

Ha sido un orgullo. Aronofsky es el maestro de lo sombrío y lo descarnado, por eso me costaba imaginarme qué interés podría tener para él la historia de 'Noé'. Luego me explicó que para él lo más importante era motivar una reflexión acerca de nuestro lado espiritual, de ese diálogo con Dios que establecen las personas que creen y que es muy personal. Tan personal, que la película no se ajusta a ningún dogma o doctrina religiosa concreta. Su mensaje es universal.

Las superproducciones y las filosofías rara vez van de la mano.

Yo no veo que no se puedan abordar los grandes temas que nos preocupan a todos, a nivel espiritual o metafísico, en una película en la que en la pantalla hay personajes en peligro, una gran banda sonora y efectos increíbles de lluvia, viento y olas. ¿Por qué no? ¿En qué estorba todo esto? Para mí, como actriz, es lo más difícil que he hecho jamás: enfrentarme a la práctica certeza de que el mundo se acaba, de que todo muere, de que no va a quedar nada de lo que has conocido. Es un asunto de alcance; que preocupa porque en estos momentos la seguridad ha desaparecido en gran medida de nuestro día a día. Queremos que cuando el público salga del cine, sienta la necesidad de ir a sentarse en silencio en algún sitio. A pensar. Trata de cosas serias y auténticas.

¿Por qué cree que desapareció este tipo de cine de las pantallas?

Porque no era su momento. Hace décadas que no se hace una "epopeya bíblica" de alcance. Me parece sorprendente, pero así es. Sin embargo, ahora coinciden varios proyectos que adaptan en imágenes aquellos pasajes clásicos. ¿Por qué?, porque la historia va por fases; ahora nos sentimos más vulnerables y necesitamos volver a lo que escuchábamos siendo niños; es un poco como si regresásemos al útero. Estos son los relatos que la gente quiere contar o quiere escuchar. Creo que, cuando dentro de muchos años los historiadores repasen esta época concreta, explicarán ese deseo de volver a nuestra raíz cultural.

¿Le interesa este tipo de filmes con fundamento a la hora de encarar su carrera como actriz adulta?

Ahora mismo ese es el tipo de cine que a mí me interesa interpretar, en el que quiero estar. Ya sé cómo es rodar grandes películas destinadas al consumo masivo. Quiero crecer a las órdenes de grandes directores, y Darren Aronofsky es uno de ellos. Es único. Controvertido. La gente está dividida ante su obra. O bien le encanta o bien la odia. Pero nadie puede negar que sea visceral e intensa y que dé mucho que pensar.

¿Vio 'Réquiem por un sueño', su filme sobre los efectos de la adicción a las drogas?

Le descubrí ahí. Recuerdo que me sentí físicamente mal después de verla. Era nauseabunda y realmente estresante. Es sumamente impresionante ser capaz de crear una obra de arte que pueda tener semejante efecto. Es la película que le pondría a cualquier adolescente que esté pensando en experimentar con las drogas. Se le quitarían las ganas al momento.

Es la protagonista del nuevo filme de Amenábar, Regression. ¿Cómo lo encara?

Amenábar está dentro de ese grupo tan atractivo de directores apasionados, minuciosos, que se involucran con cada aspecto de la película; escriben, dirigen, producen, tienen clarísimo lo que quieren hacer. Admiro mucho su trabajo; tiene un talento inmenso. Además es un papel distinto para mí, muy intenso. Será mi primer thriller. Y es un personaje femenino fuerte y crucial. Tanto él como Aronofsky respetan a las mujeres y no escriben roles de chica florero, cosa que les agradezco mucho.

¿A quién admira dentro de su profesión?

A Russell Crowe. Ha sido alucinante trabajar con él. No puede decir algo que no entienda y en lo que no crea plenamente. Si no tiene sentido para él, no está preparado para expresarlo. En los ensayos, repasamos exhaustivamente cada palabra de aquel guión.

¿Cuántos años abarca ya su carrera?

Pues sigue siendo así de meticuloso y se implica de verdad. Nunca se toma estas cosas a broma, lo que demuestra su respeto por el trabajo y hace de él un ser admirable. A la vez hay algo muy tierno en él. Al principio me intimidaba mucho conocerle, pero fue muy atento conmigo. Él mismo comenzó muy pronto y sabe cómo se siente un actor joven en un plató. E hizo lo mismo con todos los chavales de la película. Nos puso bajo su protección.

¿Ve su experiencia en la serie Potter como algo ya muy alejado de su realidad actual?

Sinceramente, recuerdo las películas de Harry Potter con asombro. Casi no me puedo creer que ocurriera todo aquello y que yo estuviera allí, participando en ello. Lo recuerdo con orgullo. Conseguimos algo realmente impresionante. Hicimos ocho de esas películas de un nivel y una calidad extraordinarios. Fue milagroso y una prueba de la dedicación y la pasión de todos los que trabajamos en ellas. Creo que supuso un enorme éxito para la industria cinematográfi ca británica. Pero yo personalmente, en este momento, busco otras experiencias.

¿Esa decisión es fruto de su alejamiento de los platós durante algo más de un año?

Me tomé un tiempo porque necesitaba poner un poco de distancia entre el personaje y yo misma. Empecé a trabajar siendo muy joven y de forma muy continuada. Hermione crecía conmigo, y llegué a pensar que muchas de las cosas importantes que marcan el cambio entre la niñez, la adolescencia y la edad adulta me iban a ocurrir en la pantalla y no en la vida real. Y no me gustaba esa idea. Por eso, llegado un punto, decidí tomarme tiempo para mí, para matricularme en la universidad y estudiar, para recopilar otras experiencias y averiguar qué quería hacer de verdad, quién era y en qué dirección quería que se moviera mi vida. Y estoy muy contenta de haberlo hecho. Soy consciente de que haberme criado en un plató es una experiencia única, pero lo que hubiera sido increíble es haber vivido todo eso siendo unos años mayor.

¿Y si se hubieran olvidado de usted?

Que tu rostro sea muy popular no significa mucho. Yo hago pruebas como la mayoría de los actores de mi edad, sobre todo si estoy muy interesada en trabajar con tal o cual cineasta. No es un proceso sencillo. Generalmente sólo te envían una parte del guión; la interpretas y esperas a ver qué pasa. En las pruebas con Aronofsky me sucedió algo nuevo. Conseguí llorar con lágrimas de verdad. Sin caracterización, ante desconocidos que no sabía muy bien qué hacían allí, con un operador de cámara al que nunca has visto y unas líneas que te acaban de entregar. Así es difícil llegar a un punto en el que puedas sentir algo, la verdad. Pero, a veces, sucede.

Su personaje, Ila, no aparece en el relato bíblico de Noé.

Y esto añadía incertidumbre a todo el asunto. Yo releí el texto original, por si encontraba algo a lo que agarrarme, pero creo que se trataba precisamente de lo contrario; de que, en medio de una historia universalmente conocida, hubiera un personaje completamente nuevo, que sorprendiera, así que repasar los pasajes bíblicos no me ayudo nada. Sin embargo, supe instintivamente cómo era el personaje y qué significaba: simboliza la esperanza de que todo vaya mejor en tiempos difíciles, y eso, ahora mismo, tiene una enorme importancia.

¿Cómo cree que están encarando hombres y mujeres este momento tan esquinado de la historia?

Yo creo que hay personas que son capaces de ver lo bueno de los demás y otras que son incapaces de verlo. Esto está en la calle, en películas, en reportajes, en los libros. ¿Tiene que ver con ser más o menos positivo? ¿Te hace más vulnerable a la hora de que te engañen o te convierte en un ser humano mejor? Nos pasamos la vida haciéndonos este tipo de preguntas que no tienen una respuesta sencilla, pero no dejan de ser algo obligatorio a la hora de intentar estar cómodos en nuestra piel. Existe un gran debate acerca de si los humanos somos intrínsecamente malvados, sobre si tenemos la capacidad de no ser avariciosos; de ser generosos y altruistas. Reflexionar, contrastar, debatir. Son verbos interesantes.

¿Cree que se entiende al artista en el entramado actual?

Yo creo que la mayoría de las personas no comprende muy bien cómo es la vida de los actores. Por poner un ejemplo reciente: la tormenta Sandy nos retrasó una barbaridad mientras rodábamos esta película. Una semana más o menos, que en cine es una cantidad de tiempo enorme. A partir de ese momento, tuvimos que trabajar 16 horas diarias. La mayoría de mis escenas se rodaron entre las tres y las cinco de la madrugada. A menudo volvía a casa ya con luz del día, tras trabajar toda la noche. En esas situaciones, aunque se lo expliques a tu familia y a tus amigos, no todo el mundo entiende por qué has desaparecido durante tres meses. Y es simplemente porque no tienes tiempo ni energía para hacer otra cosa. No tiene que ver con que no estés en la realidad. Sentía que no tenía espacio en mi mundo más que para eso.

¿Considera que es una actividad con muchos alicientes?

Por supuesto, y ver mundo es uno de los mayores. Cuando llegamos a filmar a Islandia, por ejemplo, me sentí como en otro planeta. Era un escenario surrealista, sin distracción alguna. Estuvimos mucho tiempo en medio de ninguna parte y sin acceso a la tecnología. Para llegar a la localización elegida para rodar teníamos que caminar cuarenta minutos, con un frío terrible. Empezabas a gastar energía mucho antes de oír ¡acción!, pero merecía la pena. Los paisajes son de una belleza que deja sin aliento. Islandia es más verde de lo esperado, y las rocas, de un color marrón rojizo increíble; es todo tan insólito que te lo imaginas como paisaje posapocalíptico con facilidad.

Muy diferente a trabajar es escenarios virtuales, como ocurría a menudo en las películas de Potter.

Radicalmente distinto. Para mí ha sido esencial trabajar en un entorno tan envolvente y real. Donde no ves cables por todos lados ni te cuelgan de una grúa a la primera de cambio. Sin duda, ayuda a lograr una interpretación más creíble; a mantener una escena durante diez minutos en los que no existe nada más: uno simplemente está metido en ese personaje, en ese mundo.

¿Qué le pide a su profesión, ahora que sus éxitos infantiles quedaron atrás?

Me gustaría que me llegaran experiencias intensas, donde poder darlo todo durante dos o tres meses, y luego esperar a la siguiente "cosa especial". No convertir mi trabajo en algo rutinario es una prioridad. Quiero esforzarme y ponerme a prueba. Quiero sentirme completamente exhausta y agotada, y al terminar, sentir que he dado todo lo que puedo.