En los últimos años, el riojano Javier Cámara se ha consolidado como uno de los actores más populares del país. A su éxito en 'Siete vidas' hay que sumar sus filmes con Almodóvar, Cesc Gay, Coixet o David Trueba. Este último le regaló el personaje de entrañable profesor de inglés fan de John Lennon de 'Vivir es fácil con los ojos cerrados', con el que acaba de lograr su primer Goya.

Es el broche a dos décadas de trabajo que "se me han hecho muy cortas. Es que la vida se nos escapa como arena entre las manos. Por eso hay que disfrutar los momentos dulces, sin bajar la guardia para cuando vengan los malos". De vez en cuando, confiesa, sucumbe a su adicción al chocolate, "en especial, al blanco, que a los puristas les espanta, pero a mí me sabe a postre de infancia. Según mi madre, de niño quería ser repostero".

A sus 47 años, estrena 'La vida inesperada', en la que encarna a un actor que marchó a Nueva York a cumplir su sueño "y como tantos otros se quedó estancado allí en un limbo artístico cultural. El argumento surgió de charlas con la guionista Elvira Lindo mientras pateábamos la ciudad", concluye.