Juan Manuel Chumilla Carbajosa ha viajado recientemente a Viena, junto con Lucía Tello, para entrevistar a Michael Haneke, uno de los grandes directores del panorama cinematográfico actual y que será uno de los protagonistas del documental El cine ha muerto. Viva el cine, producido por el cineasta murciano y que dirigirá Tello.

Tras cerrar un ciclo con el estreno de las películas dedicadas a El infierno prometido, Juan Manuel Chumilla se embarca ahora en una reflexión que está en el aire desde hace años, pero que se está acelerando en estos últimos: el fin del celuloide y la imposición del cine digital; la agonía del cine de autor y el auge del comercial. «Soy muy inquieto y, si tengo ante mí una buena idea, tengo que tirarme a la piscina», confiesa. Los impulsores de este documental, que el cineasta murciano quiere rodar a lo largo del próximo año, darán a conocer a través de la película la opinión de los grandes cineastas, montadores y otros profesionales del sector. Entre ellos, el ganador del Oscar en 2012 por Amour y director de películas como La cinta blanca, Palma de Oro en Cannes, al igual que la anterior. Haneke hace un cine controvertido e independiente y ha sabido, a pesar de sus propuestas radicales, llegar al espectador e «integrarse» en la actual situación sin tener que hacer concesiones, como explica en la entrevista que recogerá El cine ha muerto. Viva el cine.

Chumilla Carbajosa y el equipo del documental están haciendo gestiones para entrevistar también a Abbas Kiarostami y a cineastas españoles como Víctor Erice (El Sur, El espíritu de la colmena), con una obra muy personal; o José Luis Guerín, fundamental también en el cine experimental de nuestro país.

Todos ellos podrán aportar su visión sobre un sector que está cambiando a marchas forzadas. «La vida de una película ya no termina en la sala de cine, ahora está la televisión, el Blu-ray e internet y hay numerosos dispositivos para verla, por lo que los directores ya no pueden concebir sus películas sólo para la pantalla grande y la sala oscura», reflexiona Chumilla Carbajosa, que recuerda que las salas de cine están cerrando o abandonadas a su suerte y que la crisis también ha llegado a la distribución.

«El cine de autor -vaticina- va a emigrar al museo, a la sala de arte, y estará basada en una relación de ´tú a tú´ con el espectador individual, no para las grandes salas». Todo ello, junto a la muerte del celuloide, plantea tantos interrogantes como respuestas intentará ofrecer el documental.

Desnudos desnudos (2003), que narra las relaciones entre un fotógrafo y sus modelos; Buscarse la vida (2006), documental sobre el cuarto mundo, y El agua de la vida (2008), en la que un río tiene voz y mirada -estas dos últimas fruto de su colaboración con el productor Elías Querejeta-, son algunas de las incursiones anteriores de Chumilla Carbajosa en el documental. «No distingo entre un género y otro y, de hecho, muchas de mis películas se mueven en la frontera entre realidad y ficción», explica. «El documental te da mucha libertad, puedes añadir voz en off, seguir a un personaje o no, jugar con la música...», añade, aunque lamenta la poca distribución que tienen, destinados ahora a festivales y filmotecas, «cuando a veces te encuentras trabajos muy interesantes con historias muy bien contadas».

También reconoce que al rodar en digital -como hizo en Cuento de Navidad (para indigentes)-, se abre un mundo de libertad y posibilidades que solucionan además «las manías de los cineastas para llegar a la perfección». Pero, dice con nostalgia, «la imagen analógica tiene una nobleza que nunca tendrá la digital». Esta es su opinión. La de muchos de sus compañeros de profesión quedará grabada para siempre en este proyecto sobre la muerte del cine. O, al menos, de una parte de él.