Cada vez más cerca de cruzar la barrera de los 50 años, Matthew McConaughey (Uvalde, Texas, 1969) puede decir que lo ha logrado casi todo en una carrera que ya se extiende a lo largo de tres décadas: la fama, el respeto de sus colegas y el Oscar, que ganó en el 2014 con su espectacular trabajo en 'Dallas Buyers Club'. Quizá porque ya no tiene nada que demostrar, este hombre peculiar, que se confiesa aventurero de corazón, hombre de familia y devoto de la música, no ha dejado de sorprender en los últimos tiempos con sus elecciones actorales. En marzo se le vio encarnando a un inusual empresario en 'Gold, la gran estafa' y a mediados de agosto regresará a las pantallas con un papel secundario en 'La torre oscura', la adaptación de las novelas de Stephen King que desde hace años Hollywood soñaba con llevar al cine. En un diálogo intimista, quien supo ser el niño mimado de la industria y luego resurgió como paladín del cine independiente cuenta quién es, cómo se crió y cuáles son sus metas.

¿Diría que en su carrera ha logrado todos sus sueños?

Sí. En 1990 escribí en mi diario diez objetivos que quería cumplir. No los volví a mirar hasta hace dos años. Y cuando los leí, me di cuenta de que los había cumplido todos. Por alguna razón quedaron en mi subconsciente desde 1990. Incluso tuve un sueño en el que iba a cierto lugar en África a encontrar a una persona, y lo he hecho, he ido a ese sitio en dos ocasiones, durante 22 días cada vez. Fui para perseguir algo que soñé y hallé lo que estaba buscando.

¿Y ahora tiene una nueva lista de sueños para concretar?

Sí, he agregado cosas, pero no llegan a diez. Creo que son ocho. Y la mayoría de esos objetivos tienen que ver con la familia y con que los niños crezcan sanos.

¿Cuáles son sus cinco prioridades en este momento de su vida?

Ser buen padre, buen marido, tener salud espiritual, cuidar a los amigos y mi carrera.

"Ganar el Oscar me sirvió para sentirme más seguro. En mis comienzos estaba contento con cualquier papel, pero poco a poco fui volviéndome más cuidadoso a la hora de decir que sí"

Con respecto a lo último, ¿de qué manera han cambiado las cosas para usted después de ganar el Oscar?

Creo que tengo más opciones a la hora de elegir qué papel quiero hacer. Pero además, ganar el Oscar me sirvió para sentirme más seguro con respecto a mis instintos como actor. Ahora confío más en mí mismo. En mis comienzos estaba contento de poder hacer cualquier papel que me ofrecieran. Me bastaba con que me lo dieran. Pero poco a poco fui volviéndome más cuidadoso a la hora de decir que sí, porque las opciones fueron aumentando a medida que progresaba en mi carrera. Y para poder decidir, uno tiene que darse el espacio para pensar qué es lo que está buscando en un nuevo papel. Veo que ahora presto menos atención a cuál puede ser el resultado de un proyecto, y más a cuál va a ser el proceso. Obviamente, siempre quiero que la película en la que trabajo tenga éxito. Quiero que la gente la vea. Pero me parece que cuanto más me involucre en un proyecto a la hora de hacerlo los resultados van a ser mejores. Y si pienso en cuál va a ser el resultado, no voy a disfrutar del proceso, ni de la realización de la película o de la arquitectura de crear un personaje a lo largo del filme. Eso es lo que he aprendido a disfrutar, y a partir de ese cambio he visto resultados muy positivos.

¿De niño estaba obsesionado con pertenecer al mundo del espectáculo?

No, en absoluto. No vi mi primera película hasta que tuve 17 años. En mi familia no estábamos acostumbrados a ver espectáculos. No veíamos mucha televisión, y si lo hacíamos era para ver deportes. Sólo me interesé en la posibilidad de contar historias cuando fui a estudiar cine desde los 18 hasta los 21. Ahora soy un gran entusiasta de los medios audiovisuales. Cuando la gente me pregunta cuál es mi película favorita yo siempre digo que la segunda 'King Kong', la de Jessica Lange. Probablemente no es la mejor que se haya hecho, pero cuando la vi yo era completamente inocente con respecto a la experiencia cinematográfica, y el impacto que tuvo en mí fue tremendo. Yo, de verdad, lloré porque la relación entre Kong y Jessica no funcionó. Cuando la miré por primera vez, estaba convencido de que todo iba a salir bien. Es lo mismo que cuando vas a un restaurante y aunque la comida no sea tan buena como en otro sitio, la atmósfera que hay allí es inigualable, por eso vuelves una y otra vez.

¿Cómo lidió con las expectativas de sus padres?

No sé si tenían muchas expectativas. Tenía dos hermanos mayores, y lo que esperaban de mí era que fuera respetuoso con los demás y que tuviera una ética de trabajo. Eso era particularmente importante en mi casa y lo sigue siendo para mí. Quiero transmitir ese concepto a mis hijos. A los niños no les gusta la idea de la gratificación a largo plazo. Quieren disfrutar de todo ahora. Cuando gané algunos premios por el trabajo que había hecho, ellos me preguntaron qué era lo que había hecho ese día para que me dieran el premio. Yo les pregunté si recordaban lo que yo había hecho el año anterior, cuando fuimos a tal y tal lugar, y que por eso me habían dado ese trofeo. Poco a poco van ­entendiendo la idea de que si haces algo de la mejor manera posible, vas a recibir tu recompensa algún tiempo después. De todos modos, yo puedo tratar de enseñarles cosas, pero cada día que paso con mis tres hijos veo que el ADN es muy poderoso. Cada uno de ellos ­tiene su personalidad. Son ­individuos únicos, y no hay ­forma de convertirles en algo que no son. Por eso, lo que tengo que enseñarles es a respetar a los demás y también a sí mismos.

¿Qué trabajos extraños tuvo en sus inicios?

Probablemente los que tuve cuando viví en Australia. Deben de haber sido como unos 11 empleos distintos. Fui ayudante de un abogado, mecánico de barco, asistente de un jugador profesional de golf, trabajé en un banco, el ANZ Bank. Allí aprendí que uno nunca tiene que sacar el último billete de 100 dólares porque tiene encima un pequeño dispositivo que hace sonar la alarma. Yo no lo sabía y armé un escándalo en mi primer día de trabajo. Otro de mis trabajos fue en un campo de golf, donde tenía que limpiar los 77 bancos de arena antes de que llegara el primer jugador, por lo que empezaba a trabajar a las 4.30 de la mañana...

"Mi película favorita es 'King Kong', con Jessica Lange. El impacto que tuvo en mí fue tremendo. Lloré porque la relación entre Kong y Jessica no funcionó"

¿Ha tocado fondo en algún momento de su vida?

Por suerte, no, pero hubo momentos en mi vida en los que sentí que lo había hecho. Uno de esos fue cuando murió mi padre. También cuando fallecieron algunos amigos cercanos. Pero si algo aprendí muy temprano en mi vida es que cuando llega algo que es inevitable tengo que aceptarlo muy rápidamente. Enseguida me pongo a pensar cuál es la forma de salir de esa situación. Cuando era niño, si estaba enojado, mi madre me decía que parecía el niño que se quejaba por no tener zapatos. Y que ella podía presentarme al niño que no tenía pies. Esa forma de ver las cosas me ha ayudado mucho en la vida. Cuando sientes que has tocado fondo, lo más probable es que todavía te quede mucho más para caer...

¿Cuán importante es la música en su vida?

No sé lo que haría sin la música. Hay un ritmo para cada personaje y para cada escena. La clave es descubrir cómo sigues el mismo ritmo en cada escena de la película. Si lo escuchas, verás que tiene su propio fluir y se convierte en una sola canción. El ritmo de Kenny Wells en 'Gold' es diferente del que tenía Buster Moon en 'Sing'. Todo es una cuestión musical para mí. Yo no puedo entender un guion hasta que encuentro el ritmo en mi metrónomo personal, el ritmo en el guión.

También le gusta tocar. ¿Qué clase de música interpreta?

Suelo inventar temas. Todo el tiempo estoy creando ritmos y melodías, y me paso la vida tarareando canciones que yo mismo he hecho. Por eso suelo tener el móvil siempre a mano para grabar muy a menudo.

¿Cuál diría que es su peor defecto?

Soy bastante testarudo, pero yo veo eso como una virtud. Puedo ser bastante egocéntrico, y eso también puede ser un atributo saludable en esta industria. Tengo mi cuota de vanidad, pero eso me ha ayudado mucho en mi carrera. Creo que he llegado mucho más lejos que si no la hubiese tenido. Diría que esos son algunos de mis defectos, pero creo que también pueden ayudarte a llegar lejos. Muchas veces tu peor defecto es tu mejor virtud. Todo pasa por estar atento y controlarlo. La gente a mi alrededor me lo recuerda todo el tiempo, y de vez en cuando me dicen que me he dejado ­llevar.

¿Qué le hace seguir pareciendo tan joven?

Probablemente, la forma en la que me tomo la vida. Soy feliz de poder despertarme cada día, incluso en momentos en que he fallado o las cosas se me han puesto difíciles. Cuando esas cosas pasan pienso en aquellos a quienes les va peor. Como por ejemplo mi gran amigo en África, porque donde vive hay una guerra civil. Pensar en él me sirve para reubicarme y darme cuenta de lo privilegiado que soy en la vida. Eso me ayuda a mantenerme joven. Además, me lavo los dientes varias veces al día y bebo mucha agua."En Australia trabajé en un banco. Aprendí que nunca hay que sacar el último billete de 100 porque hace sonar la alarma. Yo lo hice en mi primer día y armé un escándalo"

Si estuviera planificando hacer una cena romántica con su esposa, ¿cuál sería la mejor estrategia?

No iríamos a comer fuera. Le prepararía una cena en casa. En realidad, los dos cocinamos. Salimos a cenar fuera una vez cada tres meses. La cocina es nuestro reino, y allí siempre pasamos las mejores noches.

¿Qué prepararía?

Un buen bistec, y lo haría en la parrilla que tenemos fuera. Siempre cocinamos en el patio y cenamos allí. Los niños probablemente estarían jugando en el jardín y les dejaríamos quedarse hasta tarde, para que también fuera una noche ­especial para ellos. Y por supuesto lo acompañaríamos con un buen vino, un amarone ­italiano.

¿Es un texano muy patriótico?

Un poco. Nos gusta decir que Texas es como un país independiente, aunque no lo sea. Es que no tenemos una naturaleza separatista. Si estás en Texas, vas a ver más banderas del estado que en cualquier otro lugar de Estados Unidos. Pero a la vez probablemente verás muchas más banderas norteamericanas que en cualquier otro sitio. Nunca izaríamos nuestra bandera por encima de la norteamericana. Siempre está por debajo y con mucho respeto. Pero estamos muy orgullosos de ser texanos, porque indicar de donde somos es una manera de hablar de cómo hacemos las cosas y de cómo tratamos a los demás. Hay un orgullo que tiene que ver con las expectativas que nunca se mencionan entre los texanos, pero que siempre están.

¿Extraña su vida de aventurero ahora que es un hombre de familia?

Un poco, porque hubo una época en la que si se me ocurría ponerme una mochila al hombro e irme al día siguiente lo podía hacer sin problemas. Ahora tengo responsabilidades que me lo impiden. Gente que realmente depende de mí. Ya no me puedo ir durante tres semanas a un rincón del mundo en el que nadie sepa quién soy, como hacía antes. En ese entonces me compraba un pasaje de ida, a un sitio en el que no había ni internet ni teléfono. Lo bueno es que mis niños están creciendo, por lo que pronto voy a poder vacunarles y llevarles conmigo. Vamos a ir todos juntos. Pienso llevar mi propia tribu. Pero sí, a veces lo extraño. Tengo que encontrar la manera de seguir teniendo aventuras llevando conmigo a mi familia. Va a ser un desafío, pero voy a lograrlo...

¿Ya no hace ninguna escapada?

No durante tanto tiempo. Como mucho me voy durante una semana. Mi esposa entiende muy bien esa faceta de mi personalidad y me estimula para que me vaya. Muchas veces le digo que ya estoy listo para regresar, y ella me dice que no me apure, que me quede un poco más, ya sea que me haya marchado para escribir, para leer o para estar un poco a solas conmigo mismo...