El cineasta Agustín Díaz Yanes, ganador de un Goya por "Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto", se pasa a la literatura en "Simpatía por el diablo", un "thriller" ambientado en la España actual, en la que los poderes económicos neutralizan la política en una trama de corrupción.

Pese a todos sus esfuerzos literarios, y transcurrido algo más de un año desde que escribió el libro, Agustín Díaz Yanes se rinde a la evolución de los acontecimientos en España. "La realidad siempre supera la ficción", se disculpa en una entrevista con Efe.

Pero "Simpatía por el diablo" (Espasa) sigue siendo relevante y avisa sobre un nuevo panorama socioeconómico en el que, "por primera vez en la historia del mundo, la política ha muerto y, además, nos lo han conseguido meter en la cabeza como si fuera lo lógico en estos tiempos", asegura.

Con estos mimbres Díaz Yanes se lanza con ambición a las claves de la novela conspiratoria al estilo anglosajón, con "Chacal", de Frederick Forsyht como referente, "pero con un componente cien por cien español, porque hay determinadas cosas que uno no se cree que puedan suceder en España".

Decepcionado con la izquierda saliente -"ha perdido el contacto con la realidad y es la única del mundo a la que le encanta la gente rica y no lo entiendo, porque los ricos son gente aburridísima", dice-, y asustado tras su sumersión en el mundo de las finanzas, Díaz Yanes busca en el desencanto las claves del entretenimiento.

La historia arranca en un despacho donde, por casualidad, la secretaria de un banquero es testigo de un retorcido plan para desmantelar el Estado. Asesinatos, alta política y toreros, oficio desempeñado por su padre, al que quiere sacudir la caspa y el vínculo político que normalmente se le atribuye.

"Los toros a veces se asocian con la España negra. Pero yo no tengo problemas en reconocerme fanático de los toros. En realidad yo no quería hacer películas ni libros, sino ser torero", reconoce con orgullo.

Pero ese no es el único tópico que quiere romper con esta novela, que espera sea el principio de una carrera literaria. Sino que, en esa "Simpatía por el diablo", quiere advertir sobre esa villanía cotidiana que se esconde tras las caras amables.

"Pensar que los malvados son tipos terribles es un error. Son educados y te hacen grandes putadas con la mejor sonrisa", sostiene.

Sobre si volverá al cine o aprovechará este formato más llevadero para las historias ambiciosas, como también ha hecho Julio Medem con su "Aspasia", reconoce: "Cuando hice mi última película, las cosas estaban ya muy complicadas. Y ahora está todavía peor".

Pero respecto a esa crisis que se extiende a todos los ámbitos de la cultura, sentencia: "España como país siempre ha tenido muy buen potencial, pero hemos tenido muy mala suerte con la clase política. Desde Adolfo Suárez y Felipe González, nadie se ha sentado en su casa a pensar de verdad que quiere hacer con este país".