Isabel Coixet busca la poética del dolor en su filmografía de ficción, pero también realiza documentales pegados a la realidad como "Marea blanca", filme que recuerda, diez años después, la tarea de miles voluntarios que limpiaron las playas gallegas durante la catástrofe ecológica del Prestige.

"La realidad me supera. No soy una cineasta que viva en su torre de marfil, vivo en un barrio en Barcelona y compro en el Mercadona. Pero me supera y no encuentro el punto de vista correcto para hacer una buena película sobre este campo tan fértil. Confieso mi impotencia", explica en una entrevista con Efe la ganadora de un Premio Goya por "La vida secreta de las palabras".

Por eso, Coixet busca reconciliarse con la parte más comprometida de su oficio a través del documental. Profundizó en otra catástrofe ecológica en "Aral. El mar perdido", mostró su apoyo al cambio político en 2004 en el proyecto colectivo "Hay motivo" o concienció sobre la enfermedad del chagas en su aportación a "Invisibles".

Ahora, mientras ya prepara su nueva cinta en Hollywood, el drama fantástico "The Age of Adaline", pone los pies en la tierra y la cámara en el mar en "Marea blanca", que se proyectará hoy en Madrid pero que se puede ver on line en www.coronasavethebeach.org y, a partir del 5 de junio, Día Mundial del Medioambiente, estará libre para poderlo descargar.

Esta película es el homenaje de Coixet "al trabajo de muchísima gente que lo dejó todo por pura solidaridad" y testimonio de "uno de los movimientos de voluntarios más importante de la Historia y, además, un movimiento absolutamente eficaz".

Aunque Isabel Coixet entiende la vida en escalas de grises, esta vez sí distingue claramente el blanco (el de los uniformes de los 300.000 voluntarios que salvaron la costa gallega) del negro (las 77.000 toneladas de fuel que arrojó el Prestige al agua) para recordar, en tiempos del 15M, que "parece que la gente joven protesta pero no hacen nada, pero no es así".

"Lo que pasa es que, como dijo un profesor mío de la universidad, lo concreto es lo que motiva, y en el movimiento de 'los indignados' hay tantas cosas por las que protestar que es imposible elaborar algo claro", explica.

La propia Coixet, aunque reconoce su situación privilegiada, no permanece ajena a la precariedad del entorno. "El 80% de mis amigos están en el paro, y no son cineastas. Mi padre es pensionista y recibe un tratamiento de diálisis. No me hace falta leer los periódicos para ver lo que pasa. Lo vivo cada día", asegura.

Y, aunque finalmente ha oído la llamada de Hollywood para su nuevo filme -con el que está tentando a su actriz fetiche, Sarah Polley, aunque "está muy centrada en su carrera como directora"-, reconoce que, con cuatro guiones escritos por ella que nunca llegaron a materializarse en película, temió por su futuro.

"No voy a llorar, pero sí que pensé: 'Se me da bien hacer pasteles, la jardinería... quizá sea el momento de por fin aprender a planchar'", explica.

En "Marea blanca", no obstante, Coixet no ha querido incidir en lo negativo sino en la acción y la belleza humana que surgieron tras la catástrofe, "mostrar algo que en el momento en que surgió los medios de comunicación no reflejaron lo suficiente, porque había muchos aspectos que cubrir", asegura.

Imágenes de archivo filtradas por la sensibilidad de la directora de "Cosas que nunca te dije" o "Mi vida sin mí", pero también entrevistas con esos héroes anónimos sin los que, como reza la frase promocional de la película, la marea negra todavía estaría en la Costa da Morte.

Celebrando el éxito de la tarea, pero decepcionados por la politización de la tragedia y la falta de medidas posteriores para evitar que suceda algo similar, pese al conocido eslogan de "Nunca máis", han acudido hoy a la presentación de este filme tres de los voluntarios que han participado en el filme, Soledad Méndez, Nuria Blanco y Nacho Castro.