Ante la pregunta: «¿un arrocito?», la respuesta de la mayoría de nosotros sería siempre afirmativa. Los arroces son un plato indispensable en la gastronomía del Mare Nostrum. Cocinados de mil formas, combinados con los ingredientes más diversos, con diferentes texturas y como acompañamientos de delicados platos, los arroces son, sin duda, uno de los ingredientes básicos de la gran cocina mediterránea y una de las elaboraciones gastronómicas más presentes en nuestra alimentación diaria.

La versatilidad de este cereal ha evolucionado en consonancia con los diferentes caracteres y usos gastronómicos de las diferentes regiones del mediterráneo español. Cada zona ha ido creando una cocina y una cultura alrededor de los arroces, en la que los ingredientes locales, los cercanos y los de producción autóctona, han formado una gastronomía propia, diferenciadora y singular. Sus texturas o sus elaboraciones (ya sean caldosos, melosos, al horno, cocinados con leña y, sobre todo, secos), han hecho de los arroces la seña de identidad de una cocina basada en la diversidad, en el producto, en la tradición y en la vanguardia.

Los arroces secos son los más populares en las zonas litorales del Mediterráneo. La facilidad del grano para tomar el sabor de los caldos (ya sean de carne, de pescado o de verduras), ha hecho de los arroces secos un mosaico inmenso de variedad, color, aromas y sabores diversos. Con carnes, con pescados, con mariscos, con hortalizas y verduras, con legumbres o combinando las carnes con los pescados, las verduras con las carnes, los pescados con las legumbres y así en mil deliciosas propuestas, los arroces, ya sean secos o caldosos, forman una inagotable despensa de sabrosas elaboraciones al alcance de todos.

Dos alcachofas, una patata y dos trozos de bacalao, un calamar o simplemente dos cebollas, serán ingredientes suficientes con los que poder cocinar y contentar nuestro estómago con la sola incorporación de unos simples granos de arroz. No se necesita nada más. Solo imaginación, producto cercano, agua o caldo y ya tendremos un delicado y sugerente plato con el que satisfacer nuestro apetito.

Los arroces han sido y son el hilo conductor de un variado mosaico de sabores propios que diferencia una cocina de otra. La alicantina, en la que el arroz es el santo y seña de una tradición gastronómica en la que cualquier ingrediente, por sabroso o humilde que sea, permite crear mil y una elaboraciones en las que los caldos son, junto al arroz, los ingredientes básicos.

Cualquier arroz elaborado en compañía es un motivo de compartir experiencias. Es la diversión de la compra previa, es la dulce y espontánea creación a partir de cualquier ingrediente. Es el agradable momento en el que la creatividad viaja por nuestra memoria gustativa y nos lleva a imaginar sabores y combinaciones con el arroz como protagonista. Es tornar a lo cercano, a la niñez, a los sabores más primitivos. Es volver a disfrutar con la cocina más mediterránea. Es saborear el carácter de las gentes a través de algo tan sencillo, y a la vez complejo, como es un buen arroz.

En nuestra cocina diaria y mediterránea, el arroz es el ingrediente con el que podremos realizar nuestras más personales creaciones. Es el hilo conductor que nos permitirá realzar, poner en valor y dotar de un sabor y una textura singular, cualquier ingrediente por humilde o sabroso que sea. Ánimo ¡a cocinar!