Es evidente que para que la dieta tenga calidad hay que pagar un cierto precio y que si queremos comer sano se puede hacer pocos malabarismos presupuestarios. Ahora bien, a menudo olvidamos que hay ingredientes de la dieta absolutamente recomendables que cuestan muy poco.

El perejil, como otros alimentos, es un buen ejemplo de lo anterior. Además de buen sabor y color, aporta una cantidad de nutrientes elevadísima. No es extraño que los romanos y griegos ya lo utilizaran. De hecho le atribuían, aparte de indudables virtudes gastronómicas, una larga lista de acciones beneficiosas en el organismo. Hoy es un clásico en nuestra gastronomía, y en los mercados todavía se puede encontrar de forma gratuita.

Y sí, el perejil o Petroselinum sativum es una hierba aromática con muchas cualidades. Una de las más importante es su contenido en vitamina C, unos 190 mg/100 g de perejil. Más elevado que el de cualquier fruta. Teniendo en cuenta que nuestros requerimientos de vitamina C son de 60 mg/día, es fácil deducir lo interesante que puede ser aderezar cualquier plato con esta hierba. Otro punto fuerte que destacar es su aporte de provitamina A: 100 g de perejil pueden suponer dos terceras partes de los requerimientos diarios de esta vitamina.

A lo anterior tenemos que añadir su contenido en ácido fólico, flavonoides, calcio o potasio, además de su acción diurética, carminativa, digestiva, vasodilatadora, etcétera. En fin, no hace milagros, pero hay que reconocer que ventajas tiene un montón.

Es aconsejable utilizarlo no sólo como condimento sino como elemento de ensaladas, como ingrediente de un zumo o de un batido, para enriquecer la consabida sopa de verduras, como elemento de vinagretas y salsas, etcétera. Vale la pena tenerlo en cuenta porque, por muy poco precio, puede ayudar a que la dieta sea mucho más completa.