Los mercados se reinventan para no morir. En tiempos en que el ajetreo laboral aleja al público de la sana costumbre de pasear entre los puestos y escoger la compra diaria, las plazas de abastos se vuelven apetitosas, seductoras, irresistibles.

Se visten para entrar por los ojos, para invitar a devorarlas. No nos referimos a esos espacios gastronómicos que bajo el apelativo mercado agrupan establecimientos gastronómicos de distintos cariz, con la loable intención de acercar nuevas maneras de comer en un ambiente distendido, sino a auténticos mercados que suman a su función tradicional otra, pedagógica o lúdica, que deleita a la vez la vista, el olfato y el gusto.

Nuevos, renovados o de toda la vida, estas páginas contienen una selección de recintos comerciales que responden a un lema: "Aquí te pillo, aquí te como".

Central

Aquí hay que buscar la complicidad de los vendedores de este recinto modernista casi centenario. No se sirve en los puestos, pero la degustación gratuita da pie a probar un poco de esto y aquello... una loncha de jamón o queso, una anchoa con un vermut del puesto contiguo, pulpo, encurtidos, fruta, pan... Luego se ajusta el importe del ticket, y tan amigos.

Pz. Ciudad de Brujas, s/n. Valencia

El Ninot

Se acaba de cumplir un año de la reforma de este recinto, entre cuyos objetivos estaba hacerlo más abierto, algo que cuadra con las 14 barras de degustación que han puesto otros tantos comercios y que lo están convirtiendo en un polo de atracción para gourmands y un imán de la oferta gastronómica en esta zona de Barcelona.

La pesca salada Perelló, los jamones y embutidos Escofet Oliver o los pescados de La Medusa, entre otros, son dignos de visita y atención.

Mallorca, 133, Barcelona

Triana

Camino de su segundo centenario, este mercado cuenta con la gracia de un espacio de bares como la cervecería Biergarden, donde la buena voluntad vecinal permite sentarse a consumir las viandas recién compradas mientras se toma un vino o una cerveza acompañada, por ejemplo, de los quesos y embutidos de la Jamonería José Luis Romero o las ostras y el sushi de La Ostrería.

Actualmente hay un proyecto pujante puesto en marcha por un grupo de comerciantes para extender a todo el mercado la degustación.

Pz. del Altozano, s/n. Sevilla

Barceló

Desde su remodelación, en el 2014, este mercado de barrio se esfuerza por acercar el producto a la clientela con la degustación en un espacio común en la segunda planta donde poco a poco los comerciantes despliegan su oferta.

Por ahora son seis los puestos que sirven in situ; entre ellos, Martín Afinador de Quesos y El Imperio Extremeño.

Barceló, 6. Madrid

El Olivar

Comprar lo que apetezca, subir al segundo piso y pedir que lo cocinen es la solución que ofrece este luminoso mercado del centro de Palma. Sin olvidar la ostrería, los puestos de sushi y las delicias griegas de Kiana, no hay que dejar pasar el placer de escoger entre las pescaderías y llevar el género fresco a Anfós para que lo preparen, o a su vecino Dalt Olivar cualquier otro producto que haya entrado por el ojo.

Pz. Olivar, 4. Palma

San Miguel

La idea que movió la segunda resurrección de este edificio centenario fue apoyarse en la divulgación y el goce de la gastronomía. Para ello, el espacio que se inauguró en el 2009 se concibió como un mixto comercial y de degustación.

Aunque ahora se mueve en el límite del tapeo de altura, sigue abierto a la compra diaria. Todo es recomendable, pero entre los imprescindibles están las ostras de Sorlut, las carnes de Raza Nostra y los pescados de Señor Martín.

Plaza de San Miguel, s/n. Madrid

La Boqueria

El decano, un imperio de los sentidos. El mercado de Sant Josep es un parque temático de comida donde se puede hallar y probar casi todo.

Si uno evita las trampas del turismo -las horas de aglomeraciones y las ofertas llamativas que persiguen el cash fácil-, puede gozar del paseo más gastronómico de su vida. Los jamones y embutidos de Aroma Ibèric, las delicias exóticas de Symposion y Puerto Latino y las legumbres de Llegums Cuits Boqueria son apuestas seguras, pero hay muchas más.

Y lo mejor es detenerse en cada compra a preguntar a los dependientes cómo cocinan ellos sus productos: bocados de experiencia.

La Rambla, 91. Barcelona