El comer es uno de esos temas sobre el que cada cual guarda su propia opinión. Tema recurrente de conversación en cualquier momento y lugar, precisamente por ser una parte importante de nuestra cultura sobre la que todo el mundo se aventura a discutir, abundan los falsos mitos y las creencias infundadas.

Si bien sobre algunos puntos hay una unanimidad. Por ejemplo, que las comidas diarias deberían ser cinco -desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena-; o lo apropiado de comer variado y con moderación. Sobre lo que no hay consenso es sobre en qué momento es más apropiado realizarlas.

El refranero popular tiene algo que decir al respecto. Uno de los dichos más conocidos al respecto es aquél que reza "desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo". ¿Cuánta verdad contiene esta frase que tan bien suena cuando nos la dicen nuestros familiares o conocidos a modo de advertencia cuando nos ven atiborrarnos a horas intempestivas? El debate está sobre la mesa.

El desayuno ¿nada más levantarnos?

Una gran forma de reducir peso sin caer en comportamientos perjudiciales como abstenerse de comer es retrasar un poco el momento de desayunar. Nunca suprimirlo totalmente. El que no desayuna porque cree que así adelgaza cae en un grave error. De hecho, diversos estudios apuntan a que desayunar ayuda a combatir el sobrepeso, ya que disminuye las ganas de atiborrarse a la hora de la comida.

Pese a que de forma natural nuestro cuerpo tendería a recurrir a las reservas de grasa en las primeras horas del día y por ello el desayuno no debería ser muy pesado, nuestros hábitos de vida y de trabajo, en los que se nos hace imposible comer hasta bien entrada la tarde, hacen aconsejable que nos proveamos de un desayuno abundante para tener energía en las exigentes horas de la mañana.

Ahora bien: ¿Cuándo es más conveniente desayunar? ¿Nada más levantarnos? ¿O mejor esperar un rato?

Las últimas teorías al respecto tienden a concluir que lo ideal es desayunar, pero no hacerlo según nos despertemos. Es mejor esperar al menos 60 minutos para deshacer el ayuno. Idealmente, después de haber realizado un poco de actividad física, aunque muchos no acometamos más que la que el propio trajín de la mañana conlleva per se -que no es poca-.

La principal comida, durante el día

Que en la hora de la comida sea cuando hagamos la ingesta principal de alimentos es vital. Pero también es de una gran importancia el momento en que comamos.

Hay gente que tradicionalmente viene llevando un horario más inglés y come a hora más cercanas al mediodía. Hay otros, sin embargo, que nunca comen antes de las 15 horas. Las jornadas laborales intensivas a las que estamos sometidos también están jugando su papel y obligan a muchos a retrasar la comida.

Según revelan los últimos resultados científicos, cuánto más tarde comamos menos adelgazaremos. Cuanto más nos acerquemos al mediodía, mejor. Y lo ideal es que estas comidas sean copiosas, pero no demasiado contundentes. Abundantes en cantidad, pero no en calorías.

Cena pronto y ligero

Que para los norteamericanos la cena sea su comida más fuerte es uno de los factores que determinan que sean uno de los pueblos del mundo más aquejados por la obesidad. En Europa, sin embargo, acostumbramos a cenar más ligero de lo que comemos, y es en parte por lo que la tasa de obesidad es menor en comparación.

La costumbre ha venido cambiando en los últimos años y cada vez cenamos más tarde y profusamente, pero no es lo aconsejable. Lo ideal, cenar con un margen de como mínimo 3 horas antes de meterse en la cama. Irse a la cama lleno, como tantas veces nos han avisado nuestras madres -con toda la razón- es malo. Provoca alteraciones en el sueño y malestar intestinal: el metabolismo funciona más lentamente, y se acumulan más gases.

Si se está buscando adelgazar, el momento de la cena es clave. Si bien las horas en las que dormitamos son en las que menos energía consumimos, el cuerpo sigue quemando calorías, aunque sea más lentamente. Hay que pensar que es el lapso de tiempo en el que más tiempo permanecemos sin ingerir alimento alguno. Si hemos cenado liviano, tirará más de las reservas.