En 1960, los abuelos de Salvador Fernández Sánchez, alma del restaurante Borrego de Bullas, abrieron en la vinícola localidad murciana el primer establecimiento familiar, que después continuaron sus padres, Mateo y Maruja, y que ha tenido diferentes nombres (Bar Rosi, Bar Fernández) hasta su actual denominación, Borrego, tomada del histórico apodo familiar.

En el actual Borrego, (reciente ganador del concurso de cenas-maridaje Vinarte 2017) nada es fruto de la casualidad, sino de un concienzudo trabajo diario, desde la decoración del local, con más de 300 metros cuadrados, 140 de ellos ocupados por su salón, con paneles móviles en el que llama la atención el espectacular mural de madera como homenaje a Bullas, su vino y su sol; sus mesas con manteles color vino, o el espectacular diseño de cada uno de los platos (o soportes) en los que presentan su variadísima y sorprendente oferta gastronómica, que reinventan a diario, basada en una cocina de mercado y temporada a la que aplican las más modernas técnicas culinarias con una más que cuidada presentación. Cuentan también con una terraza en la que están preparando una espectacular remodelación.

Cada día varían su menú gastronómico, con más de diez sugerentes platos, por 40 euros. Cuentan también con una versión ejecutivo del mismo menú, más corto, por 27 euros, y un menú diario por 12, a elegir entre tres primeros, tres segundos, postre y bebida, que siempre incluye un guiso de puchero. Además, los fines de semana el menú gastronómico reduce su precio entre 25 o 30 euros.

Producto de primera calidad

Para Salvador Fernández, comer tiene que convertirse cada día en una experiencia diferente, y esa es la máxima que aplica en el restaurante Borrego, con la ayuda de una decena de profesionales de la restauración, de ahí que cada día que acudamos a comer podamos vivir una experiencia totalmente diferente a la del día anterior, basada en la excelente calidad del producto de mercado, recién adquirido, que protagonizará la carta del día.

El gastro menú que pudimos degustar cuando visitamos el Restaurante Borrego se iniciaba con una sorprendente selección de snacks, originalmente servidos, que incluía pizza crujiente de tartar de piña y salmón, turrón de salazones del Mediterráneo y torta de quisquilla con toques del chef, que dieron paso a un festival de sabores con la exquisita trilogía de gamba roja de Denia; la cigala a baja temperatura kimchi y su caldo; una paella con una sorprendente sepia en su tinta con fideos, pulpo, huevas de caballa, alioli, salsa de chile, rábano agripicante yuzu y salicornia; huevo con vieiras; ravioli de ibérico; un espectacular plato de vaca (con 40 días de maduración) con brócoli y, para terminar, una sorprendente sopa fría de queso y, de postre, chocolate en texturas.

Además del menú degustación, cada día ofrecen diferentes posibilidades, como cigalas de Jávea a la plancha; torta de quisquilla; croquetón de pato y mostaza; huevo con foie y helado de setas; alcachofa del huerto; roca de bacalao crujiente con chile dulce; pan bao con carrillera de buey; coca de verduras con queso, huevo y anchoa; vieira; foie y patatas; tataki de atún rojo con alga wakame o wok de verdura y buey con salsa de ostras. En el apartado ensaladas destacamos la de jamón ibérico, la templada de gambas o la de queso con frutos rojos y secos. Pescados como el lomo de bacalao confitado al horno con verduritas al wok, y entre sus carnes, lomo alto de vaca madurada 36 días a la parrilla de brasa o la paletilla de cabrito al horno. Cuentan también con una amplísima bodega, con especial atención a los vinos de Bullas, como no podía ser menos.