Semana Santa

"Shhh": Murcia enmudece al paso del Cristo del Refugio

Miles de murcianos acompañan a los nazarenos de la Procesión del Silencio, la más solemne de la Semana Santa, que solo cuenta con un paso

Jaime Ferrán

Jaime Ferrán

Eran las diez de la noche cuando salían de la iglesia de San Lorenzo los primeros nazarenos de la Procesión del Silencio, la única que espera a que sea completamente oscuro para salir a la calle. Las velas son la única fuente de luz con la que cuentan los penitentes, ya que la ciudad se apaga para ver salir al Santísimo Cristo del Refugio, único paso de la cofradía murciana que lleva ese mismo nombre. El Jueves Santo es su día grande y, para ver a Jesús en la cruz, todos los murcianos se quedan mudos.

Curiosamente, en el día de ayer lo que se conmemora no es la crucifixión del Hijo de Dios, sino la Última Cena, momento en el que Jesús comparte por primera vez la eucaristía con los apóstoles. Fue entonces, hace más de dos mil años, cuando predijo que sería traicionado por uno de ellos, Judas. Estas escenas se verán este Viernes Santo en la Procesión de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Antes de que lleguen los encapuchados, el ambiente era casi festivo. Astutos vendedores, que sabían que en esta procesión no se reparten dulces, tentaban a los niños con golosinas y palomitas. Por su puesto, los más pequeños, impacientes por que apaguen las luces, cayeron en la tentación.

Cientos de murcianos se acercaron a la Plaza de Santo Domingo, donde abundaba el espacio para ver la marcha fúnebre. Los que llegaron con bastante tiempo pudieron sentarse en la calle Trapería para ver el paso del Cristo del Refugio rumbo a la Catedral de Murcia. Las confiterías de la zona se encargaron de hacer la espera más amena. Solo el olor a incienso que acompaña al paso pudo hacer sombra al aroma de los pasteles de carne.

«Shhh», se escucha entre los espectadores de la procesión cuando se acerca el Cristo, una talla del siglo XVI atribuida a Jacobo Florentino, aunque algunas fuentes sostienen que el autor es anónimo. 32 portapasos cargan con la imagen, vestidos con túnicas de color negro y morado, como el resto de nazarenos, que se cuentan por cientos y van marcando los tiempos con su tambor.

Únicamente el cántico de corales, orfeones, auroros y tunas rompen el silencio en honor del Crucificado, convirtiendo a la Procesión del Silencio en la más solemne de la Semana Santa de Murcia. El espectáculo es innegable. Prueba de ellos son los cientos de móviles que se alzan por encama de las cabezas para fotografiar la talla y grabar el desfile, como si de un concierto en el WiZink Center de Madrid se tratara. No ha nacido una estrella; más bien, ha ocurrido lo contrario.

Como cada año desde 1943, el paso bordeó la Catedral para salir por la calle Isidoro de la Cierva y volver a Alejandro Séiquer. Todos los nazarenos esperan ya de rodillas al Cristo del Refugio, que vuelve a entrar pletórico en la iglesia de San Lorenzo.