Furby desbancó al Tamagotchi, los tazos de Pokémon relevaron a los álbumes de Panini en los que se coleccionaban los personajes de Disney; no sabemos qué ocurrió con Action Man y las Bratz, que ya han crecido, hicieron sombra a Barbie, que fue perdiendo cada vez más protagonismo con la salida al mercado de otras muñecas como las Monster High. 

Quizás fuese difícil creer que alguien que fue capaz de convivir con El lobo de Wall Street o de estar en el manicomio Arkham (Harley Quinn, Batman) pudiera meterse de repente en la piel de “una rubita tonta en un mundo de fantasía”, como canta Aqua.

Sin embargo, bajo las directrices de Greta Gerwig (Lady Bird), Margot Robbie lo ha conseguido. Se mudó a Barbieland, aunque salió de la burbuja. Barbie quiere volver a la primera línea de las jugueterías. Para ello, la directora de la cinta y el guionista Noah Baumbach (Historia de un matrimonio) han seguido la canción Barbie Girl al pie de la letra: "Come on Barbie, let’s go party!". Esta vez ir al cine sí es una fiesta.

Que nadie se deje engañar por los tonos pastel o los colores fluorescentes del director de fotografía Rodrigo Prieto (El irlandés). AHÍ está la trampa. No son Los mundos de Yupi en pantalla. No es eso lo que han pintado. Barbie forma parte de algo mucho más grande.

Las polémicas

Barbie no es una película para nostálgicos. Buena parte de quienes jugaron con la estrella de Mattel han salido desencantados de las salas, porque solo han visto un largometraje “contra el patriarcado (otra vez)”, en el que “todo personaje masculino es un idiota”, y se ha convertido para ese público en “una profunda decepción”. Son frases en las que coinciden con lo que han dicho críticos de medios relevantes. El debate sobre el feminismo ha estado servido, además de varias polémicas, como la de los diseñadores argentinos que crearon la Barbie Virgen y el Cristo Ken o la de la modelo Elizabeth Loaiza, que dijo que la producción “incita al aborto”. Madre mía...

Lo que hay en la película, realmente, es fidelidad al origen de Barbie: Ruth Handler decidió crearla en 1959 porque su hija estaba hasta las narices de jugar a las casitas. Prefería tener entre manos a una adulta en la que reflejar sus aspiraciones. Esa muñeca era lo que buscaba: las estanterías de las jugueterías se llenaban con la Barbie dentista, la doctora, la veterinaria, la esquiadora, la amazonas, la gimnasta... Para esas niñas, eran un referente de lo que querían ser en un futuro.

Luego vino todo lo demás, que no fue bueno, con el paso del tiempo. La cinta no lo obvia, puesto que es una caricatura desternillante de lo que ha sido Barbie y de lo que es la sociedad, con mensajes que se lanzan con el mejor humor negro, con el que se ha logrado una película con un guion BRILLANTE. 

Es la forma en la que la directora enfrenta, o contrapone, Barbieland con Dios sabe qué mundo (es decir, el de ahora, que no sabemos muy bien hacia dónde va), y así facilita la risa. Porque Barbie vive en un mundo happy -¿cuándo se ha visto a una Barbie que no sonría, a la que no le duelan las mandíbulas?- en el que puede ser lo que desee y en el que Ken (Ryan Gosling) es un mero complemento de su vida, un agregado que solo se dedica a diviertirse (un chulo de playa). La chica, ingenuamente, cree que por poder desarrollar diferentes carreras profesionales es una inspiración para cualquier joven. Hasta que… aterriza en este mundo. El nuestro.

Ryan Gosling y Margot Robbie en 'Barbie'. Warner Bros.

De repente, descubre que el poder lo tiene… ¡Ken! Que ella no tiene las cosas tan fáciles, que las mujeres se chocan contra un muro para ascender laboralmente y ocupar puestos de relevancia, que a veces reciben piropos incómodos y que ella no es ninguna inspiración… ¡las adolescentes la odian y para colmo va a envejecer! Su mundo rosa se torna a gris.

Cuando a Barbie comienza a estallarle la cabeza con sus dudas existenciales, el guion saca la ametralladora y deja más que claro que sus responsables han usado la pluma afilada: dispara contra lo artificial, contra los estereotipos y la dictadura de la imagen, contra el machismo, contra la sociedad capitalista y consumista, despreocupada por el medio ambiente, e incluso contra el mundo empresarial y el techo de cristal. OJO a los ovarios que ha tenido Greta Gerwig: precisamente en esta última línea, la película incluye un chiste-pulla contra la junta directiva de Mattel, en la que (¡vaya!) solo hay hombres. Y en la que todos son, según la imagen que aparece en pantalla… ¿cuñaos? Momentazo.

Por qué Barbie no es una película

Y con todo esto, resulta sorprendente que detrás de Barbie no exista un proyecto cinematográfico (bueno, sí, pero como un plus). Porque la que ya está considerada como la película del año ha nacido para posicionar de nuevo en lo más alto la marca. Y vaya si lo ha hecho. El trabajo y el resultado ha sido espectacular.

Precisamente, la película surgió a raíz del giro de Mattel en su estrategia, con la llegada de la nueva dirección en 2018. Están tan volcados en ello que el rodaje del film agotó todas las existencias, a nivel mundial, de la pintura rosa de la internacional Rosco. Ahora se entiende mejor que había razones de sobra para hablar tantísimo, mucho antes de que se estrenara, del rosa de Barbie.

Barbie es, por tanto, más que una película, lo que se conoce en marketing como un rebranding, con el que se intenta reposicionar la marca, aunque esta vez con la intención de dar un gran cambio a lo que significó en su momento de esplendor.

¿Parece fácil coger un personaje conocido, unos cuantos actores famosos, tirar de parodias, caricaturas y chistes y, con un generoso presupuesto, lograr un taquillazo? Con esos ingredientes, ¿cómo no va a estar la película en boca de todos? ¿No? NO.

La protagonista de 'Barbie' en la película. Warner Bros.

Mattel se ha atrevido y la producción ha confiado la película a las mejores manos, las de Greta Gerwig. En estos momentos, más bien desde hace mucho, Barbie no lograba llegar a las nuevas generaciones porque tenía demasiadas etiquetas negativas que han llevado a la compañía a sufrir pérdidas millonarias. Y aquí viene la jugada maestra: se han atrevido porque han sido precisamente esas etiquetas que se asociaban a la marca de manera peyorativa, todos los clichés que existen en el imaginario colectivo, los mismos que han utilizado para darle la vuelta a la tortilla y lanzar un mensaje completamente opuesto con la producción.

La película solo ha sido el final (o parte) de una promoción impactante dentro del gran engranaje que conforma el plan para levantar Mattel, que ha incluido merchandising, colaboraciones con Burger King, Starbucks o Xbox, filtros creados en exclusiva para las redes sociales, conseguir que al escribir ‘Barbie’ en Google aparezca un fogonazo rosa con estrellitas, aplicaciones para el teléfono móvil y hasta una casa Barbie -gratis- en Airbnb.

Si a eso le sumamos a Margot Robbie, a Ryan Gosling, a Dua Lipa, la música de Karol G -entre otras- y el talento de Greta Gerwig y Noah Baumbach, se unen los términos de una ecuación perfecta para lograr que todo el mundo se una al rosa, color que ha impregnado las salas de cine.

Campaña de 'Barbie' en Google y en Apple Store. L.O.

Sus beneficios en taquilla y la competición con Marvel

Quizás sea ahora, cuando se ha visto el efecto, el tono y el mensaje de la película, así como la recaudación -de 900 millones de dólares, por ahora, a nivel mundial (la rentabilidad es evidente, dado que el coste de la producción fue de 145 millones)-, cuando Amy Schumer o Diablo Cody se arrepientan de haber rechazado el proyecto por no ser todo lo feminista que debería. No hay mal que por bien no venga: Margot Robbie, que también participa como productora, logró convencer a Greta Gerwing y, visto lo visto, no les ha ido nada mal.

Taquilla

  • Primera semana (21 al 23 de julio): 5.150.971 euros
  • Segunda semana (del 28 al 30 de julio): 3.629.001 euros
  • Recaudación acumulada: 16.737.487 euros

Hitos

  • Mejor estreno del año
  • Compite con Super Mario Bros por ser la más taquillera de 2023
  • Se encuentra entre las tres con mayor número de espectadores, por el momento, junto a Super Mario Bros y Avatar: El sentido del agua
  • Encabeza el Top 10 de la taquilla actual desde su estreno

A quien tampoco le ha venido mal, parece, es a Mattel. La compañía quiere quedarse en Hollywood ahora que ha metido cabeza, y parece que viene con franquicia: continuaría con Polly Pocket, dirigida por Lena Dunham y protagonizada por Lily Collins. Seguiría así la estela de Marvel, que también estaba en números rojos cuando decidió llevar sus cómics a la gran pantalla.

Obvio que esta película no sea apta para quienes han tenido a Barbie como una fiel compañera de juegos y la sigan idealizando. Que nadie venda que es solo “otro rollo feminista”. El intenso trabajo de guion ha conseguido que Barbie ya no se haga con ese molde de chica rubia, sonriente, con cintura de avispa y bonitas caderas. Ya no hay un patrón marcado, está roto.

Te puede interesar:

Pero tampoco seamos ingenuos, Barbie no quiere renunciar a su tonalidad, a la que ha utilizado el director de fotografía: su vida siempre ha sido, es y será color de rosa. ¿Qué más da? Como dice Peter DeBruge, la película “da ejemplos positivos del potencial femenino para nuevas generaciones” y, de paso, “confronta lo que Barbie ha representado con sentido del humor”, asumiendo “los anteriores errores de la marca”: “Nada que ver con lo que se podría esperar de este tipo de largometraje comercial”. ¿Qué tiene de malo La Vie en Rose?