Cuando la cosa es de locos, es de locos. Y si va más allá, es de locos gilipollas. Verán. Me entero de que en la televisión cubana, a la que no le atribuye uno una gran capacidad de movimiento y libertad, se vive estos días un luto rigorista, asfixiante, y ajeno a la información, debido a la muerte del dictador Fidel Castro, el tío del puro que sometió al país, en el apartado de las sombras, a un régimen de terror y miedo si decidías vivir y pensar con un pie en algo parecido a la disidencia -por supuesto que en Cuba hubo y hay luces, y muy gloriosas, ejemplares, emocionantes, que el mundo «libre» debería de envidiar, pero este fairy no quita esa grasa-. Resulta que los presentadores del matutino de la televisión pública, no hay otra, y antes de que comenzara el otro día el informativo de Froilán Arencibia y Mariusca Díaz, debatían sobre cómo saludar a la audiencia.

Decir buenos días es lo lógico, venían a decir, pero si en el de tarde no se dice buenas tardes, no vamos a decir nosotros buenos días. ¿Y eso, se preguntará usted, por qué no pueden decir buenos días? Coño, que estamos 'empanaos' aquí en España, que parecemos pollinos, pues porque ha muerto el comandante, el jefe, el guía, el líder, y no son buenos días por decreto. Tengo entendido que hasta alguien sensato, y sensible, capaz de parir hermosas canciones como Silvio Rodríguez, y al ser saludado por una periodista con el buenos días que marca la educación, tratando de saber su opinión sobre la muerte de Fidel, el artista contestó no, no son buenos días, cortando a la colega como se corta un trozo de queso. Ese era el debate entre Froilán y Mariusca, que si empezaban con el «buenos días» o con un «saludos» neutro. Hermanos, se os va la pinza. De verdad..