Cada día me resulta más insoportable. Más histérico y más histriónico. La noticia no es la noticia. La noticia parece ser él dando la noticia. Hablo de Antonio García Ferreras. Si verlo es un poco pesado una vez que te has reído con sus gestos, sobre todo a raíz de las parodias que tan bien lo retratan, escucharlo resulta así mismo cargante.

Su punto de vista está por encima de lo que puedan opinar sus contertulios. No me vale decir que se dice todo esto para, desprestigiando al periodista, desprestigiar la noticia. No va por ahí esta columna. Al contrario. Reconozco en Ferreras su apasionada relación con el periodismo, su entrega, su olfato y talento, su permanente apuesta por la actualidad, y haciéndolo tirándose a la piscina haya o no agua. Lo de ayer retrata una cosa y la otra.

Fue el primer medio que se lanzó al bochorno de otra rana detenida de las muchas que va acumulando Esperanza Aguirre. La Sexta, y 'Al rojo vivo', recogieron en exclusiva la detención del expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, dándole, otra vez, una lección a TVE, que a la misma temprana hora de la mañana miraba para otro lado sin inmutarse.

Si La 1 hacía el ridículo, dejando claro que de nuevo trataba de proteger al PP, el Canal 24H, Álvaro Zancajo, nuevo director, prometió hacer de él un referente de las "noticias de última hora", emitía el mismo programa, 'Los desayunos'.

O sea, ridículo sobre ridículo. Sin embargo, vuelvo a Ferreras. Carga muchísimo verlo y escucharlo hablar cada dos minutos de bombazo, bomba informativa, repetir una y otra vez las mismas imágenes, estilo 'Sálvame', y decir la hora como muletilla de viejo locutor. Me puede.