Desde el minuto uno me atrapó. Hablo de El Caso, que estrenó La 1 el martes. Salvo los muy jóvenes, todo el mundo sabe qué era El Caso. El periódico para porteras, se decía con desprecio. Tal vez fuera así. Jamás lo leí, no porque no fuera portera, quién no lleva una dentro, sino porque andaba en otras cosas.

Visto hoy, con distancia, aquel periódico retrató con una crueldad y sordidez una España que nada tenía que ver con los mundos que el franquismo se encargaba de propalar, mundos de gente feliz que vivía en una paz decretada. El Caso , la serie de La 1, me enganchó desde el primer plano por su fuerza, por su cuidada ambientación, por la potencia del primer caso, un crimen en el que se vio implicado personal de la base americana de Torrejón. O sea, la bomba.

El primer capítulo exhibió un brío indesmayable. Aunó tensión dramática con retrato de aquella España machista donde los discursos oficiales estaban cargaditos de palabras tan hueras como perversas sus intenciones. Dando empaque a la historia, al caso publicado, un puñado de periodistas encarnados por una excelente Verónica Sánchez y un, quizá, en exceso arquetípico Fernando Guillén Cuervo - de él es la idea-.

En realidad destaca todo el equipo, desde Fernando Cayo al siempre buen malo Antonio Garrido o Marc Clotet, que se desvela como un casado -con hembra, claro- que oculta unos gustos sexuales que en la España del franquismo, de tan condenables, ni se podían imaginar.

La banda sonora es potente, cuidada, y subraya sin atosigar los grandes momentos. Detrás de este tinglado, dos grandes artífices, Aitor Gabilondo y César Benítez - El príncipe , Allí abajo -. Dirigió el capítulo Iñaki Mercero . El Caso, oro puro en La 1