Hay días, creo que con la veda abierta, o como se llame en el argot de los cazadores, en que me encuentro en la ruta que hago entre tierras de labor, cerros de olivos, y chopos a la vera de las acequias y del río, a hombres con sus perros, sus escopetas y su zurrón a la cintura por el que asoma la cabeza inerte de algún conejo. La escena se completa, otros días, con un niño, un niño de no más de 12 años, entre los adultos, entre disparos, entre ladridos, pólvora, y conejos o aves muertas. Jamás se me ocurriría decirle nada a esos, también a veces, torvos adultos, por la presencia, sin duda inadecuada, de esas criaturas tan chicas en esas labores tan, para mí, poco ejemplares. Viene esta historia a cuento de la portada que la revista 'Jara y sedal', en su número de este mes, ha publicado. En ella se ve a un crío con una escopeta en la mano, un trajecito de camuflaje, y en sus manos una perdiz muerta. El futuro de la caza, es el titular de portada.

A los cazadores que me encuentro por el campo, en mis caminatas diarias, no les digo nada. Qué coño te importa que mi hijo nos acompañe en la cacería, me podrían decir. Y quizá lleven razón, qué coño me importa. Pero resulta que la revista 'Jara y sedal' lleva el mismo nombre que el programa que emite La 2, que dirige Álvaro Benavent, y que se llama 'Jara y sedal', y de hecho, en la portada de la revista aparece el logotipo de RTVE. Y entonces sí, aquí sí puede uno dar su opinión, y decir, como digo, que no me gusta ver lo que veo, que no está bien poner de reclamo a un nene, por mucho futuro que sea de la caza y la pesca, y fotografiarlo en la portada con un arma y un animal abatido y con el apoyo de la corporación pública RTVE. No, no me gusta.