Hace ya casi siete años que el final de 'Perdidos' ('Lost') generó una de las grandes polémicas de la historia televisiva reciente. Pero el controvertido final que los creadores de la serie de ABC les dispensaron a Jack, Kate, Hurley, Ben, Desmond y compañía podría haber sido muy distinto de ese desenlace de tintes religiosos y espíritu capicúa con el que 'Perdidos' dijo adiós.

Aquella reunión de los protagonistas en una capilla multiconfesional no fue muy bien acogida por gran parte de los seguidores de la serie. Una legión enfurecida de fans acusaron a J.J. Abrams, Damon Lindelof y Carlton Cuse de haber echado por tierra más de un lustro de teorías, elucubraciones y, por qué no reconocerlo, adicción.

Del otro estaban quienes defendían que lo importante no era el final, ni encontrar masticadas respuestas para todos los enigmas, sino el apasionante camino recorrido durante esos 121 episodios que cambiaron la forma de demandar y consumir televisión.

Posiciones enconadas y casi irreconciliables. No en vano 'Perdidos', y especialmente todo lo que rodeaba en la red a cada uno de sus capítulos, fue clave para el boom seriéfilo que se vive durante estos años.

En todo caso, aquellos tan polémicos reencuentros en capilla a las puertas del más allá, fueron solo la guinda que siguió al combate entre el bien y el mal, personalizado en Jack y el Hombre de Negro (aquello que en aquel momento era Locke), que se vivió al borde de uno de los acantilados de la Isla. Un enfrentamiento que pudo haber sido muy, muy distinto... si el presupuesto lo hubiera permitido.

El volcán de la Isla, al que dirigen directamente algunos de los pasajes de la serie, era una de las claves que Carlton Cuse y Damon Lindelof tenían en mente para su final.

La isla, un personaje más

"Siempre buscábamos cómo utilizar cualquier cosa de Hawaii para apoyar la narrativa visual de la serie. Pensábamos en la isla como en otro personaje, y siempre estábamos buscando en elementos que le concedieran más personalidad", afirman en una entrevista con EW en la que Cuse reveló que cuando viajó con su familia a una de las islas y vio el volcán quiso incluirlo en la trama.

Así, comentan, para cuando la sexta temporada encaraba su recta definitiva el volcán según sus planes sería un enclave fundamental, el lugar de poder identificado como el origen de los fenómenos paranormales que se vivían en la Isla e incluso el lugar místico del que habría surgido el ente más enigmático de la serie, el humo negro.

La idea clave en el desenlace de la serie que la Isla de 'Perdidos' es como el corcho de una botella que "separa al mundo del infierno y de la destrucción", una especie de tapón que "evita que todo tipo de elementos malignos saliesen a la luz".

"La gran pregunta siempre fue cómo dramatizar y plasmar en imágenes esa idea. Y la respuesta a esa pregunta era el volcán", confiesa Lindelof. Ese volcán, inactivo durante la mayor parte de la serie, se iría reavivando a medida que se acercara el final y sería en él en el que la encarnación del humo negro y Jack librarían su gran lucha final entre las primeros ríos de lava de un volcán a punto de entrar en erupción.

El origen del Humo Negro

"Habría sido impresionante visualmente. Y muy emocionante para el espectador", señala Lindelof. En la entrevista también revelan que, si los responsables de la cadena no hubieran rechazado sus planes por el enorme coste que suponía trasladar el rodaje hasta el volcán, ubicado en otra isla distinta de Oahu, en la que se grababa la serie, sus planes eran mostrar en el decimoquinto capítulo de la sexta temporada cómo el volcán entraba en erupción.

En este capítulo también mostrarían cómo el hermano malvado de Jacob se convirtió allí en el humo negro después de ser arrojado al interior por el propio Jacob.

En lugar de en el costoso volcán, el combate entre el bien y el mal tuvo lugar en los sinuosos riscos de la Isla en mitad de la lluvia. Después de derrotar a Locke, con la inestimable colaboración de Kate, un malherido Jack, ayudado por Hurley y Ben desciende hasta el corazón de la Isla, la también conocida como Cueva de la Luz o La Fuente, para impedir su destrucción.