El vino vuelve a ocupar protagonismo en la pintura en Murcia, y a ocupar también a un considerable número de artistas en la apasionante actividad de crear plásticamente valiéndose de una materia en torno a la cual se han interesado e interesan multitud de pensadores -más o menos inclinados hacia el hedonismo de la buena mesa- pero sin duda tan categórica y mítica como el propio arte: sí, eso mismo, ese líquido que tanto nos llama la atención, nos place y desata tantas opiniones y pasiones. Es el IV Encuentro de Pintura al Vino y se celebra de nuevo en la hostería Palacete de la Seda, organizado por la Asociación Murciana de Críticos de Arte y por la Fundación Fuentes-Vicente. Veinticuatro artistas, cada dos de ellos propuestos respectivamente por once galerías de arte de la Región, pasaron la jornada de ayer inmersos en la difícil tarea de pintar con vino.

Otra vez en otoño, con esa luz tenue y misteriosa propia del ocaso del verano murciano colándose por entre los grandes ventanales de los salones del doblemente centenario edificio, los artistas pintaron sobre papel, apoyados en enormes mesas de madera maciza dispuestas entre los fuertes pilares de piedra que sostienen los altos techos de la que fuera fábrica de seda. La atmósfera conformada entre los sobrios muros por los aromas desatados por los vinos extendidos según el criterio de cada artista se asemeja al de una bodega, con un carácter lúdico matizado por la empatía entre los pintores y organizadores.

Con obligadas pausas para reponer fuerzas, durante todo el día fueron surgiendo las obras de arte ajustadas al estilo de cada artista: figurativas, hiperrealistas, abstractas..., con el exquisito toque personal de cada uno, incluido su carácter o estado de humor, sin duda generalizado en todo el grupo, que no pierde de vista que el encuentro es también una fiesta.

¿Por qué pintar con vino?

Poner a una veintena de artistas de acuerdo para pasar un día pintando con vino presuponía una tarea incierta cuando hace cuatro años se organizó el primer encuentro. En primer lugar, ni siquiera había un motivo palmario que lo justificara; y ya desde el primer momento quedó de manifiesto la negativa por parte de los organizadores a que en el encuentro mediaran intenciones comerciales. Si alguien se interesa por alguna de las obras, es a la galería donde debe dirigirse. Bodegueros y embotelladores de vino tienen suficientes motivos pictóricos para plasmarlos en sus etiquetas.

Pero no fueron necesarias grandes dotes persuasivas para convencer primero a las galerías, y éstas a sus artistas. Desde el primer momento la idea fue bienvenida por los primeros participantes, algunos con el reparo de lo nuevo y con el reto de enfrentarse a una forma de pintar que, aunque similar a la acuarela o a las simples aguadas, entraña no pocas dificultades. Además, hay que hacerlo en público. Pero estos primeros prejuicios quedaron disipados por la profesionalidad de los participantes, mientras que otros posibles titubeos de entonces son hoy meras anécdotas que más bien animan a nuevos candidatos a unirse al proyecto.

En los Encuentros han participado ya casi un centenar de artistas, algunos repetidores por darse el gustazo de volver a manipular el vino, y arriesgarse además con la peligrosa discrecionalidad de mezclarlo con otros materiales del entorno vitivinícola, tierras entre otros, y la no menos comprometida tarea de crear con pigmentos ajenos al purismo de la pintura.

Para los organizadores, el motivo de que sean los galeristas quienes decidan qué artistas los representan en los encuentros supone una garantía de calidad, pues va en juego su propio nombre, tanto si eligen a sus consagrados como si presentan a aquellos a quienes creen que deben promocionar; supuestos ambos que se cumplen. Determinante es, asimismo, la consideración de la galería de arte como factor necesario en la dinámica del mundo del arte; y, en efecto, del mercado del arte en cuanto a la intervención de profesionales capacitados, y arriesgados, con ello.

Por amor al arte

Una y otra vez los organizadores, la Fundación Fuentes Vicente y la Asociación Murciana de Críticos de Arte, insisten que les mueve exclusivamente su amor al arte, máxima que, aunque manida por lo repetitivo, es el lema de quienes organizan el evento.

Ambas entidades ya cuentan con varios años introducidos en el mundo de arte, con la Región de Murcia como primer referente. La Fundación es mecenas de premios de arte, entre otros el de pintura de la Universidad de Murcia, además de custodia de importantes fondos artísticos, entre los que se halla la mayor colección privada de piezas de escultores murcianos.

La Asociación Murciana de Críticos de Arte promueve desde su fundación hace más de una década singulares eventos para la promoción de artistas, entre ellos sus anuales Salones de la Crítica. Los Encuentros de Pintura al Vino testifican ese amor al arte, y al vino, claro. Al igual que en ediciones anteriores, las obras resultantes serán expuestas en diferentes salas de la Región con posterioridad al encuentro.

Los artistas y las galerías

José Manuel Peñalver y José Antonio Noguera (Babel), Juan Heredia Gil y Salvador Torres (Bisel), Araceli Reverte y Julia Lillo (Chys), Miguel Ángel Lozano y Juan José Martínez Cánovas (Detrás del Rollo), Pepe Montijo y Enrique Navarro Carretero (Gigarpe), Alfonso del Moral y Miguel Ángel Gómez Cortés (Kim Gallery), Marta Abellán Amorós y Sofía Martínez González (La Aurora), Rubén Zambudio y Ricardo Escavy (La Ribera), Lucas Brox y Carlos Montero (Leucade), Antonio Tapia y José Víctor Villalba (Negra Galería de Arte), Cristóbal Hernández Barbero y Alfonso de la Risca (Progreso 80), José Miguel Marín Guevara y José María García Herrero (Romea 3).