Regala por igual virtudes que se agradecen y defectos que brotan de una historia demasiado azucarada. Es, por encima de todo, una comedia entretenida que se inspira en hechos reales recogidos en el libro biográfico del escritor Sarfraz Manzoor y que nos remiten a la Inglaterra de finales de los ochenta, todavía en la guerra fría y con la Dama de Hierro vigilando con celo sumo las secuelas de la crisis económica.

En este panorama ciertamente desalentador, un joven de origen paquistaní, Javed, trata de salir adelante fomentando su gran afición a la poesía, especialmente la vinculada a las canciones del gran mito del rock Bruce Springsteen. Para ello, sin embargo, hay muchos obstáculos, especialmente los que impone una tradición musulmana que obliga a que sean los padres los que acuerden el matrimonio de sus hijos.

De origen indio, pero nacida en Kenya, la directora Gurinder Chadhi conoce a fondo las claves de estas historias familiares y tradicionales, de modo que sabe ganarse su afecto. Ya lo demostró en su mejor película hasta ahora, Quiero ser como Beckham, y lo repitió con menos suerte en Bodas y prejuicios y El último virrey de la India. En esta ocasión lo hace con suma habilidad, demostrando que se conoce a fondo los terrenos en los que se mueve y depositando en el personaje de Javed, toda una batería de alicientes.

De esta forma, el joven paquistaní no solo se ganará la confianza de sus padres y la consideración de sus compatriotas, muchos de los cuales son vecinos, también sabrá hacer frente a la creciente ola de fascismo que, por boca del siniestro Frente Nacional, se extiende en la periferia londinense. En fin, que aunque a veces se exageran las notas positivas, hay que admitir que las imágenes desprenden sensibilidad y una dosis de encanto. Sin olvidar que las canciones de The Boss, como dice el tópico, no tienen desperdicio