Hay motivos para confiar plenamente en el futuro de Nacho Ruipérez, un director valenciano que debuta en el largometraje con resultados satisfactorios, pero que apunta formas y clase para llegar más lejos. De hecho, hay en la película todos aquellos ingredientes que requería para que su debut hubiera sido mucho más redondo, especialmente los que conectan con el thriller, que es el ámbito en el que se ubica un relato que constituye una osada intromisión en las esferas de la corrupción en nuestro país, algo que no es nada frecuente en el cine español. Tanto es así que debemos remontarnos a 'La caja 507', de Enrique Urbizu, en 2002, para encontrar un modelo con algunos elementos parecidos.

La influencia es mayor, sobre todo en el plano estético y en la importancia del paisaje, si hablamos de 'La isla mínima', aunque ese nivel todavía son palabras mayores para un cineasta recién llegado. El entorno humano, en efecto, es esencial en una cinta que quiere profundizar en este factor con rigor, efectuando en este sentido una meritoria y cuidadosa reproducción de la Albufera de Valencia, con tomas a menudo desde una altura que permiten saborear un decorado casi inédito en las pantallas. La localización en la denominada Ruta del Bakalao, que ejerció de atracción de un fenómeno que llegó a ser masivo, permite añadir otro aliciente que encaja en el embrollo criminal y familiar que se nos cuenta.

Con guión del propio Ruipérez y de Mario Fernández Alonso, el espectador ingresa con un mínimo de consistencia en un mundo criminal en el que la corrupción anida a sus anchas, servida en una bandeja que combina las drogas, el alcohol y la trata de blancas y donde la crueldad y el asesinato campan por sus fueros. El comienzo lo marca un accidente de tráfico en el que resulta muerto un conseller y en estado muy grave su esposa, desatando como consecuencia del impacto mediático un enorme revuelo que moviliza a los más allegados a las víctimas, empeñados en encontrar a familiares supuestamente muertos. Es el caso de Jordi, que trata de localizar a su padre, que desapareció hace una veintena de años.