Un trabajo serio de aproximación a la realidad de las supuestas apariciones de la Virgen en los últimos años, en este caso en una pequeña localidad francesa, contemplado desde una perspectiva que incluye el rigor, el análisis de la sociedad y, especialmente, la actitud de la jerarquía católica. Con una primera mitad notable, que solo se desestabiliza en el plano dramático y narrativo en la segunda por la desmesura de un metraje de 144 minutos, está película es una apuesta arriesgada pero seria del cine galo en general y del director Xavier Giannoli en particular que está inspirada, por supuesto, en las apariciones de la Virgen a la francesa Bernadette en Lourdes y alas pastoras portuguesas en Fátima.

Autor de una obra de siete largometrajes, de los que en España se han visto los dos títulos más interesantes, Crónica de una mentira (2009) y Madame Marguerite (2015), Giannoli tenía necesidad de llevar a la pantalla un guión que plantea cuestiones religiosas de indudable peso que ponen en tela de juicio aspectos sobrenaturales vinculados a las presuntas apariciones de la Virgen, sobre todo, y a una serie de curaciones milagrosas.

La responsabilidad de este departamento descansa sobre unas comisiones de investigación católicas en lasque sus miembros, expertos en la materia yen temas de fe, no siempre pertenecen a la propia Iglesia. Precisamente por eso y para subrayar el factor de la objetividad, la que se moviliza aquí tiene por responsable a un periodista, Jacques Mayano, que acepta la proposición del Vaticano, consciente de su honorabilidad, en un momento muy delicado de su vida profesional tras asistir a la trágica muerte de su mejor colega y amigo.

Pese a ello, el reportero galo asume el reto y comienza una labor delicada, compleja y peligrosa en una población en la que la que una joven de 18años, Anna, asegura que se le ha mostrado la Virgen María. Pronto el hecho se hace público y una inmensa ola de creyentes y peregrinos acuden a conocerla. Maya no, sin embargo, trata de adentrarse en una verdad difícil entrevistándose con la propia Anna.