Esto es lo que definimos como sorpresa en el campo cinematográfico y, además, en grado sumo, porque parecía imposible que de un proyecto escrito y dirigido por Drew Goddard, un cineasta casi desconocido por todos y que solo había dirigido un título de terror de serie B que se estrenó en 2012 de tapadillo en España, 'La cabaña del bosque', pudiera surgir un producto como éste, que es una espléndida muestra de cine negro con ingredientes de terror y algunas gotas de humor que demuestra una madurez insólita a la luz de su escasa experiencia y de sus grandes pretensiones. Porque 'Malos tiempos en El Royale' es, para más inri, una cinta escrita y dirigida por Goddard y de notorio presupuesto que alcanza los 140 minutos de metraje. Todas las dificultades, en suma, se unen y no solo no se frustra la cosa sino que adquiere un relieve inusitado que no esperaba, si es que los tenía, ni sus incondicionales. Pasar de la nada al todo no suele ser tan expresivo y contundente.

En efecto, la película atrapa al espectador desde el primer momento con su originalidad, con su sólida realización, que incluye una planificación muy elaborada con tomas de más de diez minutos, y con un sentido del humor que a veces roza lo macabro. Ambientada con minuciosidad y todo tipo de detalles a finales de los años sesenta, su escenario es un hotel, el Royale, que fue cita de las clases privilegiadas tiempo atrás, atraídas por su lujo y su prestigio y por un entorno presidido por el preciso lago Tahoe. Ahora lo que vemos es una construcción decadente y envejecida que, eso sí, ofrece la peculiaridad de estar asentada sobre dos estados, California y Nevada. Solo hay una persona para ocuparse del mantenimiento y de la atención a los clientes, el joven Miles Miller. Él tendrá que atender a las cinco personas que van a juntarse casualmente allí, un sacerdote con demencia senil, una cantante afroamericana, un vendedor de vacaciones, una atractiva pero poco afable mujer y un tipo fornido y misterioso.