No es un remake ni una nueva serie, sino una nueva incursión en la misma historia pero treinta años después, fruto del convencimiento del productor John Davis de que esta saga tenía motivos para seguir interesando a un público que convirtió a las dos películas anteriores, Predator en 1987 que dirigió John McTiernan con Arnold Schwarzenegger y Depredador en 1990, realizada por Stephen Hopkins, con Danny Glover, en favoritas para un amplio sector de público en los videoclubs.

Con ese convencimiento ha vuelto a las andadas y ha revitalizado la franquicia, actualizando algunos aspectos, pero manteniendo globalmente los resortes claves de la misma. El resultado es solo discreto en el mejor de los casos, con escasas y no siempre brillantes novedades que es probable que interesen casi exclusivamente a sus incondicionales.

El protagonista, Boyd Holbrook, aporta un mínimo de entidad a Quinn McKenna, un hábil y joven francotirador que lleva las riendas de la trama, en tanto que el director Shane Black afronta su cuarto largometraje con un equipaje irregular que se apoya en la acción constante y en unos elaborados efectos visuales. Sin valerse casi nunca de la imaginación y de la originalidad, asistimos a la puesta en marcha de una amenaza que procede del espacio y que puede acarrear el fin de la humanidad.

De nuevo el Depredador, una bestia de tres metros que está creada para destruir y aniquilar, llega a nuestro planeta en su empeño de conseguir dar vida a un monstruo capaz de acabar con las presas que se cruzan en su camino. Para ello debe acabar con un puñado de soldados el ejército que no forman parte precisamente de la élite, sino que han sido reunidos en semejante misión como medida de castigo.

A pesar de ello, se portarán, por supuesto, como auténticos patriotas. Con ello, y como única presencia femenina, figura una profesora de biología. El único personaje que se sale de este sumario es Rory McCormick, el hijo del capitán, un niño con síndrome de Asperger que revela una inteligencia privilegiada par hacer frente a tan siniestro enemigo. Lo demás ya se sabe, enfrentamientos y disputas.