Es fotógrafo, pintor, músico, editor de libros, productor, actor y ahora también director. Viggo Mortensen aterriza en el Festival de San Sebastián para recoger el Premio Donostia a toda su carrera (el único que se concederá este año) y para presentar su ópera prima detrás de la cámara, 'Falling', una mirada áspera y al mismo tiempo reconciliadora en torno a las relaciones paterno-filiales a través de la perspectiva de un anciano con principio de demencia senil cuyos recuerdos comienzan a amontonarse en su cabeza al mismo tiempo que descarga en su hijo todo el odio que ha ido acumulando a causa de su marcado carácter reaccionario.

Después de una carrera tan dilatada como actor, ¿qué le impulsó a dirigir su primera película?

Siempre he querido hacerlo, pero nunca se me había dado la oportunidad, o quizás yo no supe apretar suficientemente las tuercas. Llevo más de 25 años escribiendo guiones que he ido guardando y supongo que he estado esperando este momento desde que comencé como actor. Por eso me encargaba de prestar mucha atención en los rodajes, porque me interesa mucho el trabajo colectivo. Y también me resultaba fascinante cómo un guion terminaba plasmándose en imágenes a través de planos y encuadres y de qué forma se colaba en ellos la emoción.

Supongo que habrá aprendido mucho de algunos directores con los que ha trabajado, como David Cronenberg, que se convirtió también en su amigo.

He aprendido de los que lo hacen bien y de los que no lo hacen tan bien. Es muy importante para evitar ciertos errores. He tenido la suerte de trabajar con directores que me han enseñado mucho, por supuesto David Cronenberg (con el que ha hecho tres películas, 'Una historia de violencia', 'Promesas del este' y 'Un método peligroso'), pero también John Hillcoat ('La carretera') o Jane Campion ('Retrato de una dama'). Y después está 'El señor de los anillos', cuyo rodaje fue una auténtica experiencia, porque ahí pasó de todo, había un despliegue de tantas unidades, todas tenían que estar coordinadas y cuando surgían problemas se solucionaban con mucha inventiva. Por eso cuando me preguntan si siento que el personaje de Aragorn es como una losa, yo lo veo como todo lo contrario, fue un auténtico regalo.

Entre los agradecimientos de su película también se encuentra Agnès Varda.

La conocí cuando le quedaban pocos meses de vida, coincidimos en un avión. Ella estaba muy cansada, pero hablamos mucho, de la muerte, de la enfermedad y me dio un consejo que me ayudó a enfocar con claridad todo lo que yo venía pensando y quería plasmar. Me dijo: 'No lo cuentes todo, deja que el espectador piense'.

Y optó por alejarse de la narración formulaica en su primera película y tratar temas incómodos. Por ejemplo, la atención a los mayores, algo que en estos momentos todavía resulta más sensible de abordar dadas las circunstancias.

Ya era un problema en Estados Unidos por la falta de un sistema civilizado, por su sanidad tercermundista. Pero a los políticos les da igual eso, porque solo se mueven por intereses económicos.

El personaje que interpreta Lace Henriksen está cargado de bilis, es retrógrado, ejerce una masculinidad muy tóxica, es racista… resulta imposible no establecer una comparación con ese pensamiento de extrema derecha que se está extendiendo por el mundo.

El mal ejemplo de muchos políticos ha hecho que salgan del armario todos estos bichos y encima alardeen de lo que piensan, están orgullosos de ello. ¿Pero qué haces? ¿Entras en su juego? Son personas que quieren provocar, que buscan sacarte de tus casillas, pero yo soy partidario de no utilizar su lenguaje y su comportamiento odioso, porque hay que combatir precisamente eso. Es muy difícil, porque los mandarías a todos a la mierda, pero si lo haces, sales tú perdiendo. Yo soy partidario de intentar establecer una comunicación con el que piensa diferente. Si no, creo que no hay futuro.

Sin embargo, la polarización en estos momentos está muy marcada.

Muchos políticos irresponsables la alimentan porque les conviene. Y cuando las cosas se ponen feas, como ocurre ahora, aprovechan, intentan magnificarlo todo para generar más tensión. También hay otros que intentan suavizar los conflictos, encontrar salidas. Pero en estos momentos, tanto en España como en Estados Unidos, parece que haya un esfuerzo por alimentar el fuego. Son políticos que ejercen al mismo tiempo de pirómanos y de bomberos, crean un incendio y después dicen que son los únicos que pueden apagarlo y encima le echan la culpa a los demás.

Su personaje en la película decide, a pesar de los continuos ataques de su progenitor, ocuparse de él.

Es una elección personal. Si alguien no te acepta, no te ve y te insulta continuamente puedes decir 'hasta aquí he llegado'. Esto sirve para relaciones familiares o de cualquier otro tipo. Pero si cortas, ya sabes que no hay esperanza y te estás negando una posibilidad de entendimiento. Es un poco lo que hablábamos de los políticos. En un momento de la película mi personaje le dice a su padre: 'No voy a entrar en combate contigo, puedes insultarme todo lo que quieras, pero yo te quiero ayudar'.

¿Cree que el cine en la actualidad está ayudando a romper ciertos tabús?

Yo creo que la gente está harta. Te hartas como mujer, como afroamericano o como asiático de no tener las mismas oportunidades que el resto. Es un cambio lento, pero creo que se están forzando un poco las cosas para que esto se acelere. Y creo que al igual que la Academia de Hollywood es más diversa ahora, los productores también están más concienciados que hace cinco años para afrontar las historias de otras maneras.

La película está dedicada a su hermanos, Charles y Walter. ¿Qué componente personal ha querido volcar en ella?

Comencé a escribirla cuando volvía del funeral de mi madre. Y, aunque es un relato ficticio, quería hablar de mis padres y de lo que he aprendido de ellos. También he vertido recuerdos de mi infancia y de qué manera estos recuerdos se convierten en engañosos, porque la memoria es muy tramposa, siempre ordenamos las cosas como nos conviene, como si fuera una especie de autodefensa.

¿Está de acuerdo con esa afirmación que le persigue de que usted es una estrella atípica en Hollywood?

Yo no he sido nunca consciente de huir de nada, simplemente intento avanzar a base de proyectos que me interesan. Cuando leí el guion de 'El señor de los anillos', quién iba a imaginarse que terminaría convirtiéndose en un éxito. Yo simplemente lo leí y me pareció un proyecto desafiante. El trabajo de preparación de un personaje, el rodaje, la promoción, es un proceso muy largo y prefiero hacer cosas que realmente me interesen, pero no tiene que ver con más o menos presupuesto. No es una guerra entre 'El señor de los anillos' contra 'Jauja'’, de Lisandro Alonso. Y no me puedo quejar, he trabajado con muy buenos directores y he hecho un par de películas que son excelentes.