La tabla de quesos, un plato sencillo y delicioso que se ha convertido en una de las opciones más habituales para deleitar a nuestros invitados, ya sea a modo de aperitivo, merienda o incluso como plato principal del menú.

Las múltiples variedades disponibles, tan diferentes unas de otras, permiten apostar por esta fórmula sin caer en la monotonía y evitando la repetición. Sin embargo los expertos coinciden en que hay una serie de quesos que no deben faltar en nuestra tabla, la cual debe ser siempre variada e incluir diversas intensidades, texturas y tipos.

Lo recomendable es que ésta se componga de entre 5 y 7 elementos, ya que a partir de la media docena es más complicado apreciar los matices que definen a cada uno de ellos. También es adecuado que cuente con variedades untables, blandas, curadas, azules y ahumadas, además de intercalar quesos de mayor y menor intensidad, y aquellos de diferente procedencia animal.

Así, en una tabla de quesos no pueden faltar los suizos Gruyére o Emmentaler, los franceses Brie o Camembert, los tradicionales quesos manchegos y los quesos azules, además de otros habituales como el Tilsit o el Bonsecours.Importancia de la presentación y el acompañamiento

Una vez seleccionados los protagonistas de nuestra tabla es necesario saber cómo presentarlos, ya que cada queso requiere de un corte concreto para aprovechar al máximo sus cualidades. Además estos deben ser colocados en función de su intensidad, comenzando por aquellos más suaves y finalizando con los más fuertes.

Otro factor a tener en cuenta es el acompañamiento, el cual suele estar compuesto por diferentes tipos de panes y embutidos, así como frutas dulces, frutos secos y diversas confituras dulces. Todo ello con el objetivo de que el paladar no se sature y pueda degustar todos los matices y sabores.