El nombre de Alborada le viene como anillo al dedo al restaurante del chef David Muñoz por la 'claridad' de su trayectoria, que le ha permitido mantenerse como uno de los referentes de la mejor gastronomía murciana desde hace más de trece años, en dos emplazamientos.

Alborada es sinónimo de alba o de amanecer, concretamente el periodo que transcurre desde que empieza a parecer la luz del día hasta la salida de sol. Y es precisamente ese mágico momento el que David Muñoz elige para acercarse cada día al mercado a elegir los mejores y más frescos productos de temporada para elaborar su cocina mediterránea, de corte tradicional pero con su clara y personal impronta.

«Sabemos de dónde venimos y a dónde vamos», nos explica David, quien cuenta con una amplia trayectoria en el mundo de la hostelería: estudió en la Escola d'hostelería i hostalatge de Barcelona, pasó por Palafrugell en Gerona, por la Fira de Barcelona, en las Marinas de Pepe Tejero, el Hyatt de La Manga, con Juan Naranjo, con Raimundo González, el restaurante Rocío o el primer Alborada, con su padre Antonio, de la calle Lepanto.

Cuando accedemos al Alborada encontramos a la izquierda la zona de su blanca barra en forma de 'ele' donde nos hará salivar la vista de una gran vitrina con queso, hueva, mojama, lomo ibérico, perejila de Caravaca, pulpo al horno y jamón de pata negra. En otra vitrina en la contrabarra encontramos la ensaladilla, boquerones, falsos raviolis de panceta ibérica, escalivada, ensalada de patatas, patata cremosa de boletus y foie, o las apetitosas alcachofas de la casa con foie y trufa. Una amplia oferta que nos permitirá comer sin ni siquiera pisar el salón del restaurante, o tapear mientras esperamos nuestra mesa disfrutando del surtido de la tercera de las vitrinas de la barra con gamba roja de Santa Pola y gamba blanca de Almería, calamar, almejas de las rías, quisquillas de la bahía, ostras (a 4 euros la unidad), fresquísimos rodaballos o salmonetes; y hasta auténticas angulas, a euro el gramo.

Tras la barra, atravesando un pasillo naranja accedemos al amplio salón con capacidad para 60 comensales, donde contrastan con su moderna decoración los auténticos restos de un torreón de la muralla árabe que rodeaba Murcia. De sus blancas paredes insonorizadas cuelgan pinturas de Manolo Delgado y disponen de dos reservados de ocho y diez plazas. Ayudan a David una amplia plantilla formada por una docena de profesionales en cocina y sala. Cuentan con un menú, de martes a viernes, por doce euros en la barra y quince en el comedor que incluye un entrante a elegir, un guiso del día, un segundo plato según mercado y postre o café. También disponen de menús para grupos y cenas de empresas a partir de 35 euros.

Su carta nos ofrece 'para comenzar' tartar de salmón con aguacate, carpaccio de atún rojo con wakame, ceviche de bacalao y manzana agria o blinis de guacamole con salmón macerado en wasabi y salsa de soja; además de todas las tapas que antes hemos comentado de sus vitrinas.

'Para ir entrando en calor' nos sugieren platos como el canelón de cangrejo real, la croqueta Alborada, o su indiscutible plato estrella, su huevo poché con foie y salsa de trufa blanca.

Elaboran cuatro tipos de exclusivas ensaladas y el tradicional tomate con bonito o ventresca.

Y como platos más contundentes, además de sus guisos de pochas con almejas, callos de ternera con garbanzos o manos de cerdo rellenas al aroma de trufa y foie con habichuelas, su carta incluye montado de solomillo de ternera con foie y reducción de PX, risotto de boletus y gamba roja, mini burger Bull de angus con mayonesa de mostaza. Por encargo hacen arroces de bogavante, con conejo y serranas o de verduras y su oferta de carnes y pescados es espectacular, gallo pedro, ijada de atún, bacalao, lubina, merluza, rape, salmonetes y chuletas de cabrito, chuletón, entrecot, presa... Cuentan con más de 200 referencias de vinos.