Corría el año 1943 cuando abrió sus puertas la taberna El Gato Negro en las ruinas del Castillo de Cehegín (junto a la Barbería del Tío Manías) de la mano de los hermanos de madre Francisco Abril Sánchez (el cocinero de Cehegín) y Pedro Llorente Sánchez; pero muy poco le duró esta denominación al local, ya que los clientes pronto comenzaron a llamarlo 'El Sol' por la espectacularidad de los primeros rayos de sol que entraban por sus ventanas. Poco tiempo después, la taberna se trasladó a su actual ubicación, en la calle Mayor de Cehegín, y además de restaurante fue pensión durante muchos años.

En 1988 se hicieron cargo del negocio el matrimonio formado por Paco Molina y su mujer María José Llorente, hija de Pedro, uno de los fundadores, y en la actualidad, 75 años más tarde, se ha convertido en uno de los restaurantes más emblemáticos y aplaudidos de la antigua Begastri.

Nada más acceder a El Sol encontramos la zona de barra, con una gran vitrina repleta de suculentas tapas, frente a la que se encuentra la 'Zona Gastro', un coqueto comedor con capacidad para 25 comensales y que está decorado con fotografías de visitantes ilustres y cuadros con históricos artículos periodísticos dedicados al restaurante. Cuentan también con otro comedor en un altillo, decorado con retratos de personajes célebres, con capacidad para una quincena de comensales; una fantástica terraza cubierta con excelentes vistas y capacidad para otros 25 comensales y, finalmente, el salón principal, con espacio para servir a más de medio centenar de personas, decorado con paredes azules y multitud de fotografías históricas del Cehegín de los años cuarenta, cincuenta y sesenta.

Las dos hijas de Paco y María José, Patricia y Ángela, también se dedican al mundo de la docencia

en restauración y hostelería, donde han conseguido importantes premios a nivel regional y nacional. El equipo de El Sol, además de Paco y María José, lo conforman Ginés Hernández, Joaquín Noguerol, Isabel García, Mª Carmen Hernández, Antonio García, Virginia Fernández y Sacramento Valera.

Platos tradicionales

Entre sus platos más tradicionales, que de ninguna manera pueden sacar de la carta por aclamación popular, encontramos su afamado lomo mechado de cerdo, las empanadillas con masa casera, el calamar relleno o en su tinta, el bacalao a la vizcaína, el cordero en su jugo y las paletillas de cabrito o de cordero.

Cuentan con menú diario por diez euros -12 en la terraza- que incluye dos platos -a elegir entre cinco o seis posibilidades-, bebida y postre, y mantienen una extensísima carta donde destacan sus tortas de bacalao, atún escabechado, rin ran, salteado de verduras con pulpo a feira o alcachofas con foie y PX. O tapas más elaboradas como la brocheta de pulpo con espuma de patata, buñuelo de bacalao con ali oli suave, tosta de pan de cristal con salmón, gulas y ali oli o con paleta ibérica, berenjenas gratinadas con gambas y jamón, tulipa de magrica picantona con provolone, alcachofas con jamón al aroma de trufa, risotto de trigo con foie y huevo poché o arroz negro con flores de calamar. Además de pescados como el rodaballo a la espalda y carnes como el cordero en su jugo -tal como lo hacía Francisco Abril-, paletilla de cabrito lechal al horno, codillo de cerdo al horno, o carrillera ibérica en su salsa.

Entre sus fantásticos postres caseros destacamos la leche frita, el café frito o los babarois de chocolates blanco y negro. Cuentan también con una no muy extensa bodega, con especial atención a los vinos de la DO Bullas. Y para terminar la comida no debemos dejar de probar su particular carajillo quemado de 'anís del gandul'.