El final del verano del año 1906 fue especialmente lluvioso en la provincia, hasta el punto de que la población murciana de Santomera sufrió una trágica inundación que todavía recuerdan. Ese fue el año que abrió por primera vez sus puertas la venta-ventorrillo Morata, de la mano de Juan Muñoz, abuelo del actual propietario del restaurante Casa Morata en la pedanía murciana de Los Dolores.

Posteriormente su padre, Juan Bautista Muñoz, el querido Juanico el del Morata -fallecido en 2013-, se hizo cargo del negocio familiar hasta la muerte de su esposa, la madre de Javier, que fue quien entonces tomó las riendas del negocio -hace ya 34 años- en su anterior ubicación en el Camino de Tiñosa de Los Dolores, junto a la vía. Hoy son sus hijos, Javier, Juan Antonio y Conchi (la cuarta generación familiar), con su madre Toñi Fernández capitaneando la cocina junto a Paco, José y Basi, y un equipo de 13 profesionales de la hostelería, quienes se ocupan del restaurante desde que Javier sufriese un accidente y se viera obligado a retirarse.

El amor a su trabajo y el buen humor ha caracterizado desde siempre a la familia Morata, quienes aún recuerdan la anécdota protagonizada por Juanico el del Morata cuando un cliente encontró un pequeño caracol en una hoja de lechuga y, cuando le llamó para quejarse, Juanico le contestó: «No se preocupe, cómase tranquilo el caracol si quiere que no se lo voy a cobrar».

Desde 2007 se encuentran en su actual emplazamiento, a la entrada de Los Dolores, donde parece que no ha pasado el tiempo, ya que conservan los sabores tradicionales y los productos de primera calidad que le dieron fama a este local desde el principio. Los mejores pescados y mariscos y un excelente pulpo al horno (2 euros el trozo) que elaboran a diario con la misma receta que hace 65 años.

Cuando accedemos al restaurante -que ocupa una extensión de 160 metros- nos llamará la atención la gran barra central, a modo de isla, que divide la zona de tapeo -donde aún conservan una mesa de mármol para jugar al dominó- del moderno salón del restaurante, con capacidad para 60 comensales, decorado con coloridos óleos de paisajes, motivos taurinos y fotografías que delatan el amor de Javier por el Entierro de la Sardina y por su grupo Neptuno.

Producto de mercado

La cocina del Morata se basa en los platos más tradicionales murcianos a partir de producto fresco de mercado, con especial atención a los pescados, el marisco y las carnes autóctonas, pero también elaboran a diario guisos de todo tipo, como sus especiales habichuelas con almejas; olla gitana; rabo de toro; asados de cabrito, cordero o paletilla; guiso de cerdo, y arroces como el de bogavante, el caldero o la caldereta de langostino. No tienen menú diario pero sí preparan el plato del día que, junto a una ensalada, sólo nos costará 9 euros.

No disponen de más carta que sus vitrinas -«Vendemos lo que decimos», explica Javier-, repletas principalmente de productos relacionados con el mar, como las huevas de atún, quisquillas, langostinos, cigalas, almejas de carril, chirlas, berberechos, ostras, percebes, coquinas, gamba roja y gamba blanca y pescados como lubina, dorada, mero, gallo pedro o rodaballo y canapés de sardina o salmón.

Entre sus carnes, además de un excelente jamón ibérico, montaditos y pepitos, ofrecen solomillo, chuletón, entrecot y excelentes asados, como su paletilla de cabrito. Cuentan también con una gran bodega de vinos, especialmente blancos y de la Región, y entre sus espectaculares postres caseros no debemos dejar de probar sus paparajotes, los matasuegras o las ruedas de carro, una especie de galletas con crema rebozadas.