Qué colores reflejan las manchas de aceite, las burbujas de jabón, las alas de una mariposa o el lado reproducible de un cd o un disco láser. No lo podemos saber a ciencia cierta porque son cientos los colores que podemos percibir y además van variando dependiendo del ángulo desde donde los observamos. Son iridiscentes. Referido a la luz y el color, la iridiscencia es un fenómeno óptico caracterizado como la propiedad de ciertas superficies en las cuales el tono de la luz varía de acuerdo al ángulo desde el que se observa la superficie. Ese es el efecto elegido por los diseñadores Víctor y Marina, autores del interiorismo y la decoración de K-Alma, el nuevo restaurante de Sergio Martínez (Keki) que podemos disfrutar, a los pies de la catedral de Murcia en la Plaza Hernández Amores (la Plaza de la Cruz).

Si el término iridiscente se puede aplicar a los colores, ¿por qué no aplicarlo también a los sabores que nos ofrece Sergio Martínez en K-Alma? Cientos de matices, en cada plato que nos narran la historia del sabor de los mejores productos murcianos, destilados en la 'cocina directa', como ellos llaman a su espectacular cocina a la vista, ante los atentos ojos de los comensales. Todo un espectáculo sensorial.

No es tan pequeño el local que ocupa K-Alma, pues tiene unos cien metros y puede albergar 32 comensales entre barra y sala, pero su acogedora disposición concebida en torno a la barra, con butacas bajas, que rodean la cocina, le hace parecerlo. Un grafiti de un gran conejo (en homenaje al abuelo de Sergio, que regentó en Murcia dos bares llamados Conejo en la calles Jabonerías y Orihuela) preside la zona de comedor, con cómodas y elegantes sillas tapizadas, cortinas de plástico que cambian de color, espejos en sus paredes, y una gran espiral de plástico iridiscente en el techo, completan la decoración de K-Alma.

Tres cocineros trabajan con Sergio en la cocina y otros tantos camareros se ocupan del cuidado trabajo de sala terminando de emplatar ante el comensal las elaboraciones de Sergio que él define como «cocina mediterránea a tope, tirando mucho hacia la Región. Quiero que quien venga a comer a K-Alma sepa que ha estado en Murcia; pero sin cerrarnos a nada».

Entre los platos más aplaudidos de K-Alma podemos considerar su gamba del Mediterráneo con verduritas y caldo de las cabezas con Palo Cortado. Y entre sus tapas estrella no debemos dejar de probar su marinera de atún rojo con salsa de algas, o el pescado a la brasa con caldo de caldero. Cuentan con dos menús, selección de bocados, como ellos los llaman: Menú Corto, con dos snacks, tres platos y un postre, por 22 euros, a mediodía de martes a viernes y el Menú Foodies con ocho platos de la carta y un postre, por 42 euros, que se puede degustar tanto a mediodía como por la noche.

Su carta no es muy extensa pero sí completa, además de otras elaboraciones con las que nos pueden sorprender fuera de carta, como la crema de morcilla con piñones, como aperitivo de la casa, con el que nos recibieron, su 'quisquilla al desnudo' con limón y el jugo de sus cabezas, o su sorprendente ensalada de lentejas al curry, con almendra marcona y crema de zarangollo.

Ente sus aperitivos encontramos las croquetas de jamón; la bomba de magra, col y queso; pescada frita con salsa de encurtidos; el bocado tierno de ternera, limón y pimienta. Su carta también ofrece ensalada de pollo campero, hortalizas y aliño de tomate; berenjenas a la crema; verduras de la huerta al wok con caldo de cerdo ahumado; alcachofas al woc, bacalao y caldo de shitakes y guiso de calamar en texturas. Pescados como el bacalao con espinacas a la crema y carne de cordero en su jugo con almendras y hierbabuena o chato murciano a la brasa con jugo de pimiento y bimi. Entre sus postres, choco blanco con anisados o las natillas de almendra con cítricos y mazapán.

Su cuidada carta de vinos ofrece 7 de la Región, 3 generosos, 5 espumosos, 7 blancos, 3 rosados, 8 tintos y 3 vinos dulces.