Opinión | Noticias del Antropoceno

Lo que la publicidad nos enseña

Mientras que mucha gente teme que los avances en Inteligencia Artificial eliminen sus empleos, los publicitarios de profesión y vocación estamos tranquilos a ese respecto. La razón es que conocemos profundamente cómo funciona lo más superficial de la psique humana, aquella que nos hace comportarnos como ávidos consumidores de productos superfluos.

Generación tras generación, los luditas que se oponen al progreso tecnológico preconizan la vuelta a una vida más sencilla, aquella que podamos vivir en la quietud del espíritu y el cuerpo sin tener que preocuparnos por cosas materiales. En nuestra generación, los luditas no rompen los telares a vapor que agilizaban y aliviaban el trabajo de los tejedores, como hacían en el Manchester y Liverpool del siglo XIX, sino que se oponen a la energía nuclear, a la agricultura modificada genéticamente y, últimamente, a la Inteligencia Artificial.

Por supuesto que la IA vaciará de contenido algunos trabajos, o muchos trabajos. En el ámbito de la publicidad, por ejemplo, hay ya herramientas que facilitan enormemente la edición audiovisual. Eso se traduce en un aumento sustancial de productivad, incrementando los beneficios de la empresa, por una parte, y permitiendo remunerar mejor al trabajador que está desarrollando las tareas en ese ámbito porque produce más en menos tiempo y con menos recursos. También se liberan recursos para ser empleados en otras tareas. Cualquier emprendedor (que es una especie de humano dominado por la paranoia sobre su futuro y la competencia) tiene media docena de ideas para producir nuevos productos o servicios con los recursos cesantes y los beneficios suplementarios que genera una mayor productividad.

Y en ese momento entramos los publicitarios, inventando razones convincentes y un discurso persuasivo para convencer a compradores y usuarios de que el nuevo invento del emprendedor de turno es imprescindible para mejorar su vida y satisfacer sus más íntimas necesidades, que probablemente desconocía hasta el momento de ver nuestro anuncio. De esta forma, una tarea vaciada de contenido por la irrupción de la Inteligencia Artificial se convierte en un maná de riqueza y nuevos empleos. Si no fuera así, los trabajadores británicos seguirían tejiendo en los telares a vapor y la población mundial no se hubiera cuadruplicado desde 1900. La elección de vivir una vida más simple con menos recursos es una decisión legítima. Pero no será por falta de empleos.

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