Las guerras y conflictos que sacuden diversas regiones del mundo tienen consecuencias absolutamente devastadoras para la población local de estos lugares.

Son miles y miles las personas que cada año mueren -y muchas más las que resultan heridas- en los numerosos países que se ven sacudidos por conflictos bélicos y/o por la presencia de grupos terroristas como Al Qaeda o el Estado Islámico, los talibanes, los ejércitos de los regímenes que gobiernan estos países... Además de las vidas humanas, estas guerras y las acciones terroristas provocan también el desplazamiento masivo de millones de refugiados que se ven en la necesidad de escapar de sus propios países para huir de la violencia.

Sin duda esta es la parte más visible de una situación dramática que, no obstante, tiene también otras caras menos conocidas y que aunque no comportan la pérdida de vidas humanas resultan igualmente traumáticas. Hablamos, por ejemplo, de la destrucción del patrimonio cultural, sin duda otra víctima más de las guerras y de la sinrazón de los terroristas.

La pérdida de este patrimonio de incalculable valor resulta especialmente grave en Oriente Próximo y Oriente Medio, donde la barbarie de los yihadistas ha arrasado con miles de monumentos, edificios y elementos del patrimonio cultural milenario que atesoraban países como Siria, Irak, Afganistán...

A la destrucción de muchos de estos bienes se han unido también otras amenazas que se han materializado en forma de robo de piezas de gran valor arqueológico y artístico, excavaciones ilegales con los consiguientes daños arqueológicos y saqueo de objetos de gran importancia... Todo ello ha comportado la pérdida de edificios, monumentos, museos y piezas de valor incalculable que formaban parte del legado milenario de la Humanidad y que ya nunca más podrán recuperarse.

Esta situación resulta todavía más grave si se tiene en cuenta que muchos de estos países en conflicto son la cuna de varias civilizaciones cuyo patrimonio y riquezas culturales y arquitectónicas habían perdurado durante siglos para pasar a convertirse en un legado universal del conjunto de la humanidad. El museo de Mosul, el templo de Baal o el arco del triunfo de Palmira, las esfinges de Nínive, la ciudad de Hatra en Irak, los budas de Bamiyán en Afganistán, la gran mezquita de Samarra, el museo de Aleppo... forman forman parte de la lista negra de edificios y monumentos destruidos en estos últimos años.

Pese a esta dramática situación, todavía son muchos los elementos de este patrimonio de excepcional valor histórico, artístico, arqueológico o arquitectónico que siguen en pie y que siguen preservándose pese a los conflictos armados que azotan las regiones en los que se encuentran. En estas líneas 'descubrimos' cinco de estos monumentos que por ahora han conseguido sobrevivir a esta barbarie destructiva.

Construida en el siglo XIII d.C. y catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la Ciudadela de Alepo resiste en pie pese a que parte de su estructura ya ha sido dañada en estos últimos años por culpa de la violencia, especialmente la zona de la muralla. Este castillo de gran valor histórico y cultural y considerado uno de los más grandes y antiguos del mundo, se encuentra situado en lo alto de la ciudad histórica de Alepo, que tiene 7.000 años de antigüedad y que ha sido una de las zonas más castigadas por los combates entre las tropas del régimen sirio y los insurgentes, que han provocado la destrucción de varios de sus edificios históricos.

La histórica Ciudadela de Alepo, uno de los castillos más grandes del mundo. Foto: GettyImages

Situada cerca de Trípoli, esta ciudad fue una de las más importantes de la antigua república de Cartago y posteriormente del Imperio romano, llegando a ser en su día una de las urbes más importantes de África y rivalizando incluso con Cartago y Alejandría. Por su incalculable valor cultural, las ruinas de esta histórica ciudad fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1982. En estos últimos años, sin embargo, la violencia que ha sacudido el país y los saqueos, así como la acción de los terroristas del Estado Islámico, han puesto en grave riesgo esta joya arqueológica.

Las ruinas de Leptis Magna, una de las ciudades históricas del Imperio romano. Foto: GettyImages

Los zigurat eran los templos que se construyeron en la antigua Mesopotamia con forma de torre o pirámide escalonada. Construidos por sumerios, babilonios y asirios, su principal función era la de convertirse en morada de los dioses y acercar estas deidades al pueblo. De las decenas de construcciones que existen, principalmente en Irak e Irán, el Zigurat de Ur, ubicado cerca de Nasiriya, es uno de los más destacados por su estado de conservación y su impresionante arquitectura. Sin embargo, también este templo de la antigua Mesopotamia se encuentra actualmente seriamente amenazado por los conflictos armados.

El famoso templo de Zigurat de Ur. Foto: Tla2006

Este espectacular alminar es otro de los monumentos incluidos en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO que se encuentran en serio peligro. Reconocido como uno de los exponentes más notables del arte islámico oriental, las cerca de tres décadas continuas de guerra que viene sufriendo Afganistán han provocado graves estragos en las riquezas culturales del país. El minarte de Jam no es ajeno a esta situación, si bien por ahora ha logrado sobrevivir a la destrucción provocada por los conflictos. El minarete, de 65 metros de altura, es el segundo más alto del mundo después del de Qutub Minar y destaca por su extraordinaria arquitectura y decoración.

El minarete de Jam tiene una altura de 65 metros. Foto: David C. Thomas

Más resguardadas de la violencia por su ubicación geográfica pero no por ello ajenas a las amenazas de destrucción, las Cisternas de Tawila suponen uno de los grandes atractivos del país yemení. Se trata de una colosal y extraordinaria obra de ingeniería que data del siglo II a.C. y que consiste en la interconexión a través de canalizaciones de 18 cisternas que fueron construidas para permitir la recogida y almacenamiento del agua procedente de las precipitaciones. Su origen es obra de los rasulidas y los tahiridas, que fueron quienes se encargaron de la construcción. Fue en 1854 cuando los británicos descubrieron esta joya arquitectónica mientras realizaban excavaciones en la zona, y quienes tras limpiar las cisternas volvieron a utilizarlas casi 2.000 años después de haber sido construidas.

Las cisternas de Tawila son una maravillosa obra de ingeniería. Foto: Ljuba Brank