¿Quién le iba a decir a Netflix que 'The Umbrella Academy' se iba a convertir en una de sus series de superhéroes más seguidas tras la pérdida de los derechos de Marvel por el advenimiento de Disney +? La segunda temporada se estrenó el pasado fin de semana y ya se ha convertido en su estreno más potente del verano. Y han llegado por los pelos, porque la secuencia de resumen parece haber sido rodada en pleno confinamiento. Con los primeros episodios estrenados en marzo del año pasado, la plataforma contaba ya con su propio supergrupo de superhéroes disfuncionales antes de que 'Doom Patrol' o 'Watchmen' llegaran a HBO o 'The Boys' desembarcara en Amazon. 'The Umbrella Academy' se publica en Estados Unidos por la editorial independiente Dark Horse, que "casualmente" es la misma que publica los cómics basados en la serie de 'Stranger Things'.

Ante la avalancha de estrenos de títulos superheroicos de las dos grandes editoriales, no hay nada como presentar a un grupo disfuncional para asegurarse la atención de cierta parte del mercado. Y eso contando con que tanto Marvel como DC cuentan con sus propios personajes disfuncionales dentro del género. La propia Marvel arrancó en los sesenta con sus enmascarados atormentados, cargados de problemas personales y enfrentados a la duda permanente, que venían a dar nuevos aires y aire fresco a un género donde la tónica eran justicieros infalibles y de barbilla cuadrada publicados por la competencia. De alguna manera, eran esas habilidades sobrehumanas las que los mantenían apartados de la normalidad. El propio Spider-Man en sus inicios podría ser considerado como disfuncional, aunque luego han venido otros personajes más radicales como Lobezno, Veneno o Deadpool por poner unos ejemplos. Los chicos de la academia Umbrella estaban llamados a estar lo más alejado posible de la normalidad, al ser reclutados desde su tierna infancia por un excéntrico millonario que les arrebató la infancia para usar sus poderes contra un futuro apocalipsis. Su mentor tiene un papel muy similar al de Charles Xavier en los 'X Men' (interpretado en el cine por el Patrick Stewart de Picard) o al de Miles Cauler (Timothy Dalton) en 'Doom Patrol'. (¿Es casualidad que los dos vayan en silla de ruedas).

La continuación de 'Umbrella Academy' sigue tan fresca como la primera entrega. La trama y los personajes son divertidos, las canciones de la banda sonora son dignas de figurar entre las mejores listas del Spotify y escenas de acción que dejarán satisfechos a los amantes del género. Y es que tampoco es que la serie se hubiera tomado muy en serie a sí misma y destilaba sanos toques de cachondeo y guiños a los amantes del género. Al habernos presentado a todos los personajes y la trama en la primera temporada, nada más empezar los nuevos episodios toca resolver el cliffhanger con el que acabaron y poner las piezas en su sitio para una nueva partida.

No hay nada nuevo bajo al sol al decir que nuestros héroes se enfrentan de nuevo a la amenaza del apocalipsis que arrasará el mundo, una constante en los temas del creador del cómic, el músico Gerard Way. Con la novedad de que esta vez los protagonistas han quedado repartidos de manera dispersa por el tiempo en distintos lugares de los años 60. Evitar el asesinato de John Fitzgerald Kennedy es todo un suculento manjar para cualquier grupo de superhéroes. Pero se convierte en todo un caramelo envenenado cuando nuestros protagonistas descubren que, si quieren evitar el armagedón, la alternativa es garantizar la línea temporal. Es decir, dejar que todo ocurra tal y como sucedió.

Los alumnos de sir Reginald Hargreeves acaban repartidos en distintos puntos de la década e inevitablemente generan acontecimientos que pueden repercutir en la línea temporal. Luther (Tom Hopper), el mayor de la familia y líder del grupo, acaba de boxeador para Jack Ruby, el mismo que mató a Lee Harvey Oswald. Diego (David Castañeda), más parecido a un Batman lanzador de cuchillos, termina encerrado en un manicomio obsesionado con poner freno a la muerte de JFK. Alisson (Emily Raver-Lampman) deja las rastas e intenta echar raíces en los 60 y se integra en una organización en defensa de los derechos civiles de la personas de color, los precursores del Black Lives Matters en aquelos días donde una persona negra no podía sentarse tranquilamente a la barra de cualquier bar. Klaus (Robert Sheehan), el más psicodélico del reparto, no sólo tiene garantizado un buen cocktail de sustancias, sino que también se convierte en el gurú de un extraño culto. En cuanto a Vanya (Ellen Page), todo sigue girando en torno a ella. En su nueva vida en el pasado, inicia una historia de amor prohibida que será el detonante del caos y sigue oscilando entre ser la Kitty Pryde o la Fénix Oscura de los 'X-Men'. El joven Aidan Gallagher sigue brillando con luz propia como Número Cinco y su drama de ser un hombre de 52 años atrapado en el cuerpo de un niño de doce. Hay quien ha visto en el actor un perfecto candidato para ser el nuevo Robin en el renacer de la franquicia del hombre murciélago, aunque no sabemos cuál de todos los jóvenes acompañantes que ha tenido a lo largo de la historia. Por su falta de escrúpulos, no lo veo yo como el Robin de toda la vida (Dick Grayson), pero tampoco se me escapa la ironía de que, con lo que le ha costado al eterno acompañante de Batman crecer, ahora se viera atrapado de nuevo en el cuerpo de un niño.

Los prólogos de cada episodio dedicados a mostrar la llegada de cada personaje al pasado siguen siendo las mejores secuencias. En este viaje, los héroes se encontrarán con su mentor y con que su implicación en la muerte del presidente norteamericano puede ser objeto de incómodas preguntas. En cuanto a los sicarios, el dúo formado por Cha Cha y Hazel se ve reemplazado por un trío de suecos de rostro hierático que al final resulta ser menos peligroso de lo que parecía. La amenaza en esta serie siempre viene del personaje más inesperado.

Lo mejor de utilizar unos personajes desconocidos para el gran público es que la libertad creativa de los guionistas es mayor para manejar a su antojo a iconos que serían intocables en el caso contrario. Llegamos al terreno de los spoilers, al decir que, pese a su disfuncionalidad, los chicos de la Academia Umbrella consiguen evitar el apocalipsis y aparentemente volver a su línea temporal. Pero la temporada deja un gran cliffhanger al revelar que algo cambió en el pasado y el efecto mariposa deja sentir sus consecuencias. Su mentor sigue vivo, pero ha montado otro grupo sin ellos: la Academia Sparrow. ¿Pertenecen al grupo de las 43 mujeres que sin vinculo alguno dieron luz a distintos niños con poderes en diferentes partes del mundo el 1 de octubre de 1989? ¿O acaso provienen de los poderes que accidentalmente Vanya dio a Harlan, ese niño autista de su amante, cuando intentaba salvarlo? Las cartas están echadas y ahora corresponde a Netflix decidir si les da una tercera temporada. Algo que sería más que probable dadas las cifras de audiencia.